lunes, 31 de diciembre de 2007

Calor

Si sigue haciendo este calor, voy a salir a matar gente.
Lo digo en serio. Cuidado.
Feliz año nuevo, darling. Te queda bien la pollerita.
Pensaste en dejartela siempre?

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Carta al padre

Le había dicho a Migue que te escribía para las fiestas pero vos viste como son las cosas, papá: se pasan las horas, los minutos, los días como si nada. Y se pasó Navidad pero todavía queda Año Nuevo.
Vos no sabés, porque cuando estabas no me pasaba, que ahora prefiero el Año nuevo a la Navidad. Lo prefiero porque tengo otro ánimo en Año nuevo y me prometo cosas que espero cumplir y me da alegría que haya un año más por delante, después de pensar, durante mucho tiempo, que quedaba un año menos.
Sí, papá, a esta altura, vos y yo somos completos extraños y algún día, tendríamos que ponernos al día para, al menos, conocernos un poco, no te parece?
Nunca supe que querías ser de grande cuando eras chico. Ni cuál es tu color favorito. Ni por qué te enamoraste de mamá. Yo sigo queriendo ser lo mismo: una que escribe y me gusta el color verde. Ahora no estoy enamorada de nadie pero me enamoré mucho. Te lo cuento por si te olvidaste o por si no lo viste.
La de los diarios soy yo. Tu hija mayor, la que no sabe a quién se parece. La de la mala conducta en el colegio y la que no hacía líos en casa. Soy yo, sin máscara, sin disfraz. La del problema de identidad porque justo cuando me estaba dando cuenta a quién me parecía, te fuiste de acá, pero no te echo la culpa, no creas eso. Estuviste hasta que pudiste. Eso pienso ahora que te convertimos en estampita, un poco entre todas y yo, más que ninguna.
No me acuerdo de tu voz. Hace años que no me acuerdo, sabés. Por más que intento e intento, no me acuerdo. Me acuerdo de tus uñas mordidas y de tu olor y una vez, hace mucho ya, había un hombre en la iglesia que era tan parecido a vos que pensé que estaba alucinando. Más viejo, más gordo pero como vos. Tenía tu cara y es posible que me lo haya imaginado. A veces, se me da por imaginar. A lo mejor por eso escribo pero no me creas del todo, porque siempre tengo una respuesta a mano cuando me pregunto por qué me puse a escribir, por qué me desespera la literatura, de dónde me salió esto, de quién lo saqué. A veces, necesitaría que estuvieras por acá para darme algunas respuestas.
Me impresiona un poco la idea de que desde donde estás, nos ves todo el tiempo. Me impresionaría que me hayas visto haciendo ciertas cosas, vos entendés. Los padres de mujeres no deberían ver cuando la nena pierde la virginidad, por ejemplo, así que si un día, de alguna manera de esas que tienen los que no estan acá, me aclarás que es mentira que todo el tiempo estás mirando lo que hacemos, me vas a dar una alegría. Igual, no pienses que yo estoy TODO el tiempo pensando en que estás mirando desde arriba, eh. No. Me olvido. Me acuerdo de vez en cuando, cuando pienso en vos y ahora, pienso menos en vos, a lo mejor porque me acostumbré a que no estés, aunque no te miento si te digo que cada tanto espero que golpees la puerta con el ritmo de ta-pa-ta-pi-ta-ta-pón.
A veces, te hablo. Vos escuchas desde ahí? Porque siempre fuiste medio corto de oído. Pero yo te hablo, sobre todo si tengo problemas o cuando te cuento alguna cosa del trabajo, porque vos en ese asunto me entendés mejor que nadie. De eso me acuerdo bien.
Te decía que te hablo y te cuento, porque capaz justo cuando me pasan algunas cosas, vos que estás ahí arriba, andás mirando para otro lado y te las perdés. Yo espero que las escuches porque si las tengo que repetir, no las voy a recordar todas. Además, pasan muchas cosas, todo el tiempo. Y algunos días, me da una bronca tremenda que te hayas ido tan rápido y otras veces, cuando tengo más conciencia de las consecuencias, pienso que siempre pasa lo mejor y que si estás dónde estás es porque era lo mejor para todos. Y lo mejor para todos siempre es lo mejor, aunque a uno no le parezca.
No importa. Lo que importa es que viene un año nuevo y que en cualquier momento voy a ser tan joven o tan vieja como vos. Algún día, decime si cuando te vas de acá, te quedas para siempre como cuando te fuiste o cambiás. Tiendo a creer que te quedas como estabas cuando te fuiste porque si no cómo te reconocés cuando te encontras. Porque te encontrás, no? O capaz no te importa nada más, porque no sentís, pero si no sentís, no hay arriba ni abajo. Da igual, si uno no siente. Y uno se puede permitir cualquier cosa, en la vida y en la muerte, menos dejar de sentir porque sentir es lo que lo diferencia a uno de esa piedra o de este pedazo de plástico.
Este año desde acá, te mandaron una gente para que te hagas amigos nuevos. Fijate si los ves. Acá los extrañan a estos que te digo. Los extrañan como te extrañabamos a vos, el primer tiempo. Yo no sé como será ahí, si habrá una fila de gente nueva que se agrega o si andan todos por cualquier lado. Acá es igual que siempre. Queda un agujero, sobra un plato, hay más espacio en un placard, las fotos te hacen pensar que parece increíble que no vas a ver a los que se fueron nunca más. Prefiero creer que después te encontrás y que te encontrás y te da alegría porque si no, todo es muy triste, todo. Vivir y morirse son la misma cosa y no puede ser la misma cosa. No, papá. Tienen que ser cosas distintas porque no tendrían sentido ni una ni otra si fueran lo mismo.
Estos días me acuerdo mucho de vos, como todos los años. No sólo de vos pero de vos también. Pero bien, con alegría, sobre todo si miro a la preciosura next generation. Cuando entienda más, le voy a contar cómo eras o cómo me acuerdo que eras: que te tirabas al suelo y jugábamos a la lucha y que siempre terminaba llorando pero qué ibas a hacer. Todas mujeres, papá. Qué puntería, eh.
Escribí una novela sobre como hubiese sido la vida -la nuestra- si vos hubieses estado acá. Si la vida hubiese sido al revés. O la muerte, andá a saber. Nunca la termino. Siempre está por la mitad pero ya la voy a terminar, me lo prometí. También me prometí que este año me voy a abuenar un poco, porque el año pasado estuve muy maldita, pero con una chica muy amorosa que conocí este año, llegamos a la conclusión de que uno se pone maldito porque tiene mucho miedo del mundo. No te parece una pavada que la gente no se de cuenta de esas cosas? A mí, sí. La gente inteligente, sobre todo, que la toma a la tremenda, como si uno fuera un asesino o un ladrón, como si hubiese matado a alguien. Qué rara es la gente, papá. Yo nunca la entiendo.
A veces, me siento vieja muy vieja. Como si tuviera cien mil un años y otros días, me parece que tengo cuatro. Ahora estoy en un rebrote adolescente, pero se me va a pasar ni bien empiece el año que viene con sus obligaciones y cositas cotidianas. A vos no te aburría ser adulto todo el tiempo? A mi me parece un embole, a veces.
Y bueno, no sé sobre qué ponerte al corriente porque se supone que ves hasta lo que no quiero que veas, así que no sé qué contarte. Sé que puedo decirte que te extraño mucho; más algunos días que otros y que cada día te extraño un poco menos pero que igual hay una constante de extrañamiento que no se va y no sé si se va a ir y que está formada por esas cosas chiquitas que te arman cuando noto que me estoy olvidando de otra cosa tuya: tu tortilla de papas, tu forma de bailar rock, las letras de las cosas que cantabas a los gritos pelados cuando volvíamos del colegio "Acaso te llamaras solamente María, no sé si eras el eco de una vieja canción", una botella de old spice que todavía guardo pero que ya casi no tiene olor y una tarjeta de cumpleaños que escribiste para mi y que dice pimpollo. Esa es la última y cada tanto la leo para acordarme que escribías una letra en imprenta y otra en manuscrita. Y que ayudabas a mamá a corregir los exámenes de los chicos en la mesa de la cocina de casa y que al chico de la bicicleta de cuando me tocó tomar la comunión, le decías el gavilán.
Pasó mucha vida por acá, papá. Vos nos extrañás? No te da bronca estar ahí y no estar acá? Yo sé que ahora estás con toda tu familia y que a lo mejor, ahí, sos de nuevo como un chico pero es injusto para los que estamos acá, a veces.
Pero bueno, no me voy a poner a quejar ahora. Veintitrés años es como para acostumbrarse. Aunque un día soñé que venías a casa. Tocabas el timbre y te sentabas en la mesa. Yo te preguntaba dónde te habías metido todo este tiempo y vos me decías que te habían dado ganas de viajar pero que ahora estabas cansado de viajar y volvías. Me pedías que te preguntara lo que quisiera y yo te miraba y te tocaba el brazo, los pelos del brazo y te olía la piel y olías como vos. Fue un buen sueño. Me desperté creyendo que me habías venido a visitar. A lo mejor fue eso: una visita que me hiciste.
Por eso, papá, le dije a Migue que para las fiestas te escribía y acá te escribo. La próxima para tu cumpleaños, porque a vos te gusta que la gente respete las fechas, de eso me acuerdo mucho. Ojalá que estés bien dónde estás. Acá estamos bien. Vos ya sabés como es esto.
Y nada. Feliz año nuevo, papá. Dale un beso a los abuelos y a Ricardo de mi parte y de las chicas y de todos los que nos quedamos. Cuidate y cuidanos. Ya nos veremos. Espero que sea más tarde que temprano porque tengo mucho que hacer, todavía.
Te escribo en febrero.
Tu hija mayor.

PD: Ya no tengo estampitas tuyas. No nos hacía bien ni a vos ni a mí. No te ofendas pero así es mejor.
Un beso, pá.
Ce.

lunes, 24 de diciembre de 2007

Caro Michele/10

Henos aquí, Migue. Navidad en camino y lo mal que me pegan las fiestas. Por qué se llaman fiestas si no son más que, en la mayoría de los casos, un compromiso familiar al que uno asiste con pocas ganas? Qué tiene de diferente al almuerzo de los domingos? Los regalos y los deseos, que uno, como vos y yo, espera que sean sinceros, pero a esta altura, no creo que sean ni deseos ni sinceros. No importa. La Navidad sólo tienen sentido cuando hay niños en casa. Después de que sabés del engaño, no importa más. Por suerte, hoy, la preciosura pasa su segunda nochebuena con nosotros y esperemos que no se asuste de los estruendos con los que la gente festeja.
Nosotros no compramos pirotecnia, ya sabés. Nada que tenga que ver con el fuego, ni las chispas, ni los ruidos. Igual, hay mucha gente que se divierte con bengalas de colores. Qué le vas a hacer.
Qué hay en tu wish list? En la mía, un Graham Coxon para nochevieja, en lo posible mayor de edad y con toda la sobriedad posible como para poder pedir un teléfono; una remera de los Ramones, ahora que volví a ser adolescente; una botella de vino dulce para después de las doce.
Sos de mira corta, dijo JJ cuando le conté de mis deseos, nada para dentro de un año. Un año, no soy capaz de pensar tan lejos.
Espero el fin de año desde agosto. Se murió demasiada gente este año; hay muchas mesas navideñas incompletas y eso hace la Navidad: remarcar las ausencias, como siempre y a las doce y cinco, si uno no tomó lo suficiente, los recuerda y algo le pasa adentro, nostalgia ponele o es que se le sale de dentro todo lo que extraña a los que ya no están. Fin de año es otra cosa. Yo festejo. Festejo que viví un año más y que me queda uno nuevo, completo, enterito para vivir, como un cuaderno nuevo que siempre empieza prolijo y termina como puede, con la letra enorme porque casi ni quiere escribir.
Paz, pan, salud en el 2008. Y que todo salga bien, con los dedos cruzados y los ojos cerrados. No se puede pedir más. El resto, como dice la María Ce, son circunstancias que pueden cambiar. Hay que apostarle una ficha al destino y si no se las apostás ahora, cuándo.
Ya sé, ya sé. Tu deseo más importante para mí es que sea feliz a partir de mañana pero vos sabés que a mí la felicidad me cuesta un poco y si no me duele antes, no la siento. Yo también deseo que seas feliz a partir de mañana o de esta misma noche, pero harás lo que puedas, como yo y es seguro que por más voluntad que le pongas, esta noche será igual a la de ayer o a la de antes de ayer.
Lo único que importa es que estos días van a pasar. Y que después de la semana de los Reyes, cuando esta ciudad esté bastante vacía y el sol me pegue al asfalto, vos y yo vamos a seguir por acá porque ahora que nos encontramos no nos vamos a dejar.
Te acordás de La chica del puente? Yo me acuerdo. Te brillaban los ojos con esa película y se te aceleraba la respiración. Paradise, Paradise. Quién pudiera esquivar los cuchillos como ella.
Entonces, wishlist V: un Graham Coxon on the rocks, inofensivo -pero de verdad- para pasar nochevieja y quizás algunos otros días; wishlist Migue: una Adelle para Gabor. Que todo lo demás no tiene sentido si no hay alguien ahí, haciéndote desear.
Feliz Nochebuena, Migue. Y feliz Navidad.
Cos you're my bittersweet bundle of misery

Wishlist V:





Wishlist Migue:

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Pobre lobo

Pero mirá que te ponés provocativo, darling, le dice ella. Me estás dando tanta importancia, querido, que ni vos te das cuenta. ¿Qué pasa? ¿Te gusto? Hay muchas formas de pelar el gato, nene. Eso se arregla fácil. ¿Dónde usas los dientes, mi amor?
Dice todo eso y se queda mirándolo pero él hace que no la mira, que mira para otro lado, para un lado más interesante, lleno de verdades rubias, pool, Averna y papusa.
Cómo puede ser que te alboroten
mis placeres, le pregunta ella, poniéndose a tiro con su mirada.
Yo te quisiera salvar, te voy a atornillar, te voy a herir un poquito más, canta él.
Cómo puede ser que te alboroten mis placeres, ella vuelve a preguntar.
A un perro se lo cura como se lo cura a un perro, le responde él y se acomoda el pelito y la ropa. Te aprieto mucho, te pego mucho, te asfixio mucho.
Ella se envalentona.
Nuestro pacman no es de nadie, le grita y sigue: Tontito, relajate y hacete amigo o voy a terminar pensando que sos un nabo, zapallo, melonazo, moscardón imaginario, pajarón, pavote, papanatas, nardo, chitrulo, sotreta, perejil, tirifilo, salame, chichipio, cachivache for export, piojo resucitado, chambón, payaso, monigote, muñecazo de torta, pan comido, chicato, paparulo, experto del remundo actual, pastenaca, ojos de vidrio, embobado, embambinado, protegido del empleado mayor, nunca nada especial, cachitrulo, corredor a la deriva; polizón a oscuras, pobrete, tropa, sumiso como un guiso, vago de mil caravanas a punto de quedar a pie, comprador de perlas truchas.
El se decide a mirarla pero con desprecio. Si contesta, contesta como subido al púlpito de la catedral, como si no la viera, como si no la quisiera ver pero ella sigue ahí. Le da batalla.
¿Te gusta así, cariño? ¿Por las malas? Mirá que puedo adaptarme. Vos pedí. Lo pedís, lo tenés. Estás hundido en tu propia herida, mi amor
, sigue diciendo ella.
Entonces, él, harto de ella, le responde de mala manera: Si tu grito es un ladrido; mi cuchillo es un rayo cruel. Hay algo en vos que está empezando a asustarte. Cosas de hechicería desafortunada.
Al final, él sí le estaba prestando atención.
Y ella sonríe porque lo sabe y se lo dice: Ay, ay. La gente decente es diferente, nene. Vas a ser el más premiado de la morgue.
Después de decir todo, ella se va.
Mientras camina, dándole la espalda, se lo avisa: Cuando dejes la pavada celestial de la avalancha, hablamos. Vas a vivir en el delta, en un lanchón, buscando de qué reír. Ya no hay tiempo de lamentos, ya no hay más.
Lo deja solo. Y él se siente desnudo porque ella dejó de mirarlo.
Un año después, se encuentran. No se reconocen entre el gentío y por las vueltas del destino, coinciden cerca de una mesa, cuando van por su copa de vino.
Nadie va a escuchar a tu remera, dice ella cuando ve que él usa una que dice "Alone with everybody".
Nena, no quiero perderte, dice él. Pero la remera de ella dice: I'm with the band.
Cae la lluvia en estocadas frías.
Venías rápido, muy rápido y se te soltó un patín, le responde y vuelve con la banda.
Tarde, como siempre, él se da cuenta de que debería haber sido un poco más cortés. Ahora, está en líos por su furia, sin un centavo y encima, cae la lluvia.
Quedate con el vuelto, dice ella despidiéndose.
Y él se da cuenta de que ella no le robaba nunca nada a nadie. A nadie en especial. Ni siquiera a él. Y comienza a lamentarse. Pobre lobo.
La noche tira un salto mortal.

domingo, 16 de diciembre de 2007

Caro Michele/9

Estoy en casa. Escucho los redondos porque tengo una especie de ataque nostálgico, de los que me agarran a esta altura.
No sabés lo que extrañé a Jota y a las chicas. Y a la preciosura que a todo lo que camina en cuatro patas, menos a los gatos, les dice uau-uau, con la misma voz grave de esta tía loca que le tocó en el reparto familiar.
Ni bien llegué, llamé a Jota pero estaba de revoleo con esa piba, la que no me gusta y nunca me va a gustar. Qué raro yo, siempre llevándome tan bien con cierta clase de minas. Lo va a dejar roto y mal parado. Ya se lo dije, pero cogen bien y andá a sacarle a Jota de la cabeza que tiene que cortar con algo así. No te digo que hay cosas que sería mejor no conocer? Insisto.
Tengo una comparsa carioca en la cabeza. No sé lo que tengo qué hacer ni por dónde empezar. Otra vez, esta sensación de andar sobrando en todos lados. No encajo y no encajo. Y mirá que trato, eh. Y mirá que la gente intenta, eh. Pero soy yo y todas mis yo.
No tengo ganas de dar explicaciones. Hago la fácil: son las hormonas y a la mierda. Nada ni nadie nos puede parar.
Todavía hay asuntos que me dan vuelta la sangre y el estomago. Como me revienta cuando hago estas boludeces.
Ando a puteada limpia. No sé si es la fecha o qué. El joven lobo quemándose de amor, no da señales y te juro que esta vez, no hice una movida. Eso es lo que más me hace putear. Tímidamente moja el suavestar. Y yo ya no estoy para migajas ni para jueguitos. Viste qué rápido me aburro de eso. Pero H dice que yo tengo que aprender a ser así, aunque no quiera, aunque no me guste. Un gran remedio para un gran mal. Indescriptibles trucos de placer. Ni que fuera necesario tanto para tan poco, digo... es sólo placer. Vamos.
Nunca nada especial. Y eso me harta. Hasta cuándo te pregunté la vez anterior. Ya no importa hasta cuándo. Creo que no importa ni para qué. Basta.
Hay que hacer algo por los demás. Algo porque sí, que sirva, que ayude. Eso se me ocurrió hace unos días, cuando dejé de lado la misantropía, por diez minutos. Una, en la tele, en el lugar dónde estuve dijo: "vivimos tan poco" y lo repitió: "vivimos tan poco". Y fue la primera vez que escuché una gran verdad en tele. Vivimos tan poco, Migue, qué cuál es el sentido de vivir este rato si no vas a hacer al menos una cosa buena por los demás. No me puse mística, ni confío a ciegas en el género humano pero cada vez hay más mijitos del viento y ninguno de ellos pidió venir acá, a vivir el rato corto o largo que les toca. Hay que hacer algo por los demás, sin esperar devolución, sin querer llevarse laureles, como dice siempre la que todo lo puede que, a veces, se zarpa de tanto ayudar pero cuando lo hace, se la vé tan bien, tan contenta.
Creo que te extraño. Más que otras veces, más que siempre. Extraño que llegues a casa, arrastrando los pies y con las zapatillas desatadas. Siempre un iluso. Eras mi lujo, Migue. No pensás en volver? De todos los que se fueron en la diáspora, sos el único que no da el brazo a torcer y va a pasar mucho tiempo para que yo pueda volver a viajar para verte. Y sí, todavía me gustan las canciones de los redondos para minitas. Te gustaba decirme eso para hacerme enojar. Y yo me enojaba por darte el gusto, porque me gusta pelear de mentira pero no de verdad. Parte de mi encanto infanticida, dice Jota y me da un coquito.
Ando caracol caracolito. Todo pa dentro, pa dentro. Escribo porque no sé qué hacer más que escribir, y aunque había mejorado un poco, ahora, pa tras, otra vez. Maldición, va a ser un día cómo los demás.
Pero tengo que terminar con esto, junto con el fin de año. Callarme la boca, encerrarme, atarme los dedos, no sé. Tangos fatales. Despedir el año con borracheras varias, bailando, gritando, sacando todo este nudo en la garganta para afuera, con los pocos de siempre que me quieren bien y con los otros pocos nuevos que la vida me fue acercando, que son pocos poquitos pero que están ahí, por suerte, para mí.
El tango que ocultamos mejor, del que preferimos no hablar, anda por ahí. Creo que tiene un hijo nuevo con el pro hombre. Naba.
Las chicas dicen que no gaste en relámpagos. Hago lo que puedo, Migue. Y la mayoría de las veces, lo consigo pero cuando la escucho hablar del pro hombre, me dan ganas de ahorcarla. Te dije que estoy violenta? Igual, me la banco. Disimulo. Las chicas somos así, no? Debemos ser así, diría H. Un comentario malintencionado cada tanto, como para decir: cuidado, linda, que yo te conozco.
De todas formas, no sólo aplica a las mujeres. La población boluda de este planeta se reprodujo de una manera tan veloz que ya no sé si yo no entro dentro de ella. Supongo que sí. Tengo reflejos rápidos y una percepción a prueba de balas. Hay más de diez asegurando que soy una boluda más, pero que me den crédito, viste. Boluda con conciencia no es tan común, hoy en día.
El lunes me pongo a escribir seriamente. A lo mejor desaparezco con eso. Cinco años de laburo a reescribir en menos de tres meses, antes de volver a la cárcel. Hay que correr. Ya no hay tiempo de lamentos, ya no hay más.
Tuve uno de esos sueños vivos. El pibe ese que te conté y una mina que casi no conozco más que de vista. Me acusaban de cosas que no hice ni en el sueño ni en la vida real y no había Cristo que los convenciera. Y yo me desesperaba por convencerlos. Boluda hasta en sueños, carajo. Qué día me voy a avivar del todo.
Lenta, lenta, dice Jota. Siempre lenta.
No voy a cambiar de laburo. Se me acabó la dosis de esperanza. Todo se está acelerando. Voy a estar toda mi vida presa como un animal, como un animal feroz, en ese escritorio de mierda.
La que todo lo puede está en su etapa emocionada: se pasó días emocionada por cualquier cosa. Apretando el pañuelito, como si no fuera la que todo lo puede. Igual, ya sabés, rebotar contra la pared, tiene más efecto.
Quiero una lluvia que realmente moje. Un final feliz para pimpollos. Te encargo la obra póstuma. Estoy cansada y desorientada y no digas que es momentáneo -si al final, vos nunca decís nada y ni yo sé para qué te escribo, si nunca vas a contestar- porque es el momento más largo de mi vida y ya no puedo quemar turbina.
Jé. Iba a ser yo, te acordás? La de la traición. Iba a ser yo.
Conocí un gringo, allá. Buena onda. Quedamos en que va a venir y bleh. Buenos Aires es otra cosa y los hippies no son lo mío. Sí, ya sé: igual, hay que conocerlo. (Pero no sé si quiero conocer a un gringo. Dejame de joder, a esta altura. Y no es que nada me venga bien. Sólo que lo que llega, ya viene en mal estado o hay que empezar a criarlo. No da, Migue. No da.)
Volvé en algún momento. Hasta que Jota no la corte con la de turno, no puedo contar con él y las chicas -todas- tienen su vida armada. Vos seguís tan rengo como yo. Es más fácil si estás acá. Es más fácil, para vos, si ando cerca. No me prometas. Juntá y volvé. Aunque sea un rato, Migue. La vida no es la misma desde que no estás. Beso a Padre. Recordale que le escribo para las fiestas, como a él le gusta. Y que si puede, le pegue un toquecito al tema del laburo, tanto como para que no estire la pata yo también, antes de los 40, que me gustaría ver crecer a la preciosura y quién te dice: a lo mejor, darme el lujo de tener un rato de feliz felicidad felicitante.
Yo no me caí del cielo. Y no quiero perderte.
(Te diste cuenta de que nos convertimos en lo mismo que los de los '80, eran para nosotros? Qué horror.)
Cantá conmigo: (teníamos catorce? quince?)
Apuntamos a tu nariz, hundimos tus pómulos y vos resplandecías.
No te quedó sueño por vengar y ya no esperás que te juegen limpio, nunca más.


P.S: la próxima volvemos a lo nuestro. Demasiado redondismo puede hacernos mucho daño.

sábado, 15 de diciembre de 2007

Caer

Llegamos al cerro en remise, al día siguiente de llegar a Salta, más por su insistencia que por mis ganas de acompañarla.
Ella quiere ir a ver a María Livia, la mujer que recibe mensajes de la Virgen. Yo la acompaño porque nadie más lo hará y porque todavía tengo fé. A pesar de todo.
Llegamos al cerro y vemos el cartel que indica por dónde hay que subir. Ella pregunta si la subida es difícil.
Le pido que vaya en alguno de los autos que ponen a disposición de los peregrinos, que yo subo el cerro por ella. Intento convencerla.
El servidor que está parado en la entrada del camino, un hombre de mi edad que lleva al cuello un pañuelo celeste, le dice: Es un sacrificio. Entrégueselo a la Madre.
Entonces, ella empieza a caminar delante mío. Ya no camina bien, ya no es más alta que yo, ni tiene los brazos más fuertes que los míos.
Ahora, yo puedo sostenerla si se cae. Puedo darle seguridad, tomándola de la mano, cuando sus pies tiemblan y chocan con cada piedra, con cada bache en el camino. Se siente insegura de sus piernas. Hace unos meses, se fracturó la rodilla derecha, en una caída estúpida que la dejó inmovilizada noventa días. Cuando volvió a caminar, empezó con lo de Salta. Yo no tenía ganas de viajar pero aquí estoy. A pesar de todo.

No llegamos al primer puesto de servidores. Antes, comienza a sentirse mal. Pienso en el calor, en su diabetes clase B, en la medicación oncológica que toma desde hace tres años, en la hipertensión, en que nunca me hace caso, en por qué no hizo el camino en auto.
Pasa un grupo de chicos, seguro de la Acción Católica, porque van rezando el rosario. Uno se acerca a preguntarnos si necesitamos ayuda. Ella dice que no. Que quiere descansar un momento.
De a ratos, la veo llorar. Me conmueve pero no lloro. No puedo llorar.
Avanzamos un tramo, subiendo y la subida cada vez cuesta más. Me cuesta a mí, que tengo treinta años menos, que no tomo medicación, que zafé del cáncer por milagro después de la operación que removió uno de mis riñones, de la insuficiencia renal post quirúrgica cuando la morfina durmió mi riñón sano, después, también, por intervención divina o al menos, eso fue lo que los médicos dijeron tras decir diálisis y transplante y cuando, sorpresivamente, el riñón sano se despertó, mientras yo seguía dormida en terapia intensiva.
El urólogo que me operó, lo dijo: A veces, todo está en manos de Dios. Y ella empezó a rezar, cada día, al lado de mi cama. Yo escuchaba su shusheo de avemarías y padrenuestros al lado de mi cabeza. No podía abrir los ojos, estaba hinchada como un globo, pero la escuchaba. La escuchaba rezar y rezar y seguir rezando sin soltarme la mano que parecía la escultura de Botero.
Ahora, otra vez reza por mí. Por razones distintas, pero por mí; porque yo no le encuentro sentido a mi vida y porque la vida se me pasó volando. Porque me quiero morir pero no voy a morirme, al menos, no naturalmente. Por eso quiere subir el cerro. Por eso quiere ver a María Livia. Por eso, hace el sacrificio, a pesar de todo.

Nos alcanza un hombre que debe ser más viejo que ella, cuando volvemos a caminar. La ve avanzar temblorosa, agarrada de mi mano. Se le acerca.
Agarrese de mi brazo, le dice, y vamos con pasos cortitos, sin apurar. Pídale fuerza a la Madre. Pídale.
Los sigo desde atrás. Pienso en mi papá. Pienso si ahora, estaría canoso o sería completamente pelado, si la hubiese acompañado, si yo estaría con ellos, de todas maneras; si me sentiría como me siento.
El hombre nos deja en el puesto de servidores en el que dan agua. Dos caballetes, un tablón, unos bidones de agua, vasos de plástico. Pido que me llenen la botella que llevo. Me dicen que en esa parada no pueden hacerlo, que más arriba sí; me dan dos vasos y me piden que no los tire. Que más arriba vuelva a tomar en los mismos.
Le acerco el vaso de agua y se lo toma. Le doy el mío. La veo secarse el sudor con un pañuelo de papel. El mismo pañuelo con el que se secó las lágrimas y yo pienso que no quiero que siga llorando; que al final, mi vida no está tan mal, que Dios me dio otra oportunidad, como me dijo un amigo; que hay cosas peores. A pesar de todo.

Volvemos a caminar. Ahora, yo voy adelante. Le indico dónde tiene que pisar. Ella se agarra de algunos troncos del camino y me obedece. Pisa dónde le digo, me sigue. Reza. Llora. Transpira.
Paramos en un lugar donde se ve toda la ciudad. Puntitos blancos y cerros más allá. La veo mirar hacia delante. Le digo que falta poco. Le miento pero la convenzo y seguimos avanzando.
El camino se pone más llano. Caminamos despacio. La llevo del brazo como si aquel hombre hubiese aparecido para enseñarme a llevarla.
Vemos gente. Una fila que parece no tener principio. Nos paramos detrás de los últimos. Una familia. Los padres, los cuatro chicos, la novia de uno de los chicos.
A la altura de mi pantorrilla construyeron un cantero. Las plantas están aplastadas contra las piedras. Las nenas de la familia que está delante nuestro, en la fila, levantan las plantas y las acomodan hacia atrás. Uno de los hermanos de esas nenas, cuando encuentra que las chicas se distraen, pisa las plantas. Mueve el pie como si bailara el twist sobre las plantas caídas.
Qué malo, me dice ella, hacerle eso a las plantas. Yo no le contesto. Estoy mirando. Hay chicos por todos lados, hay familias con chicos esperando; algunos están sentados en la tierra; otros, sobre las plantas. Con razón están tan aplastadas.
Es el sábado dedicado a los chicos especiales. Hay chicos con Síndrome de Down, con Esclerosis Múltiple, que no pueden hablar, que no escuchan, que tienen desordenes de conducta. Donde hay un adulto, hay un chico. Menos donde estamos ella y yo.
Un coro canta. Cuando terminan de cantar, se reza el rosario. Hay un lugar especial para confesarse. Cuando empieza el rosario, un hombre, que espera su turno para la confesión, se arrodilla sobre la tierra. Lo miro y vuelvo la cabeza hacia ella. Sé que se arrodillaría, si pudiera. Rezo fuerte. Mi voz se oye hasta unos metros más adelante. Rezo mientras la fila avanza, mientras el sol sale y se nubla, mientras se pasa el mediodía y llega la tarde.
Entonces, ella me pregunta si no siento el perfume a rosas. No lo siento. Ella me vuelve a preguntar. Le digo que no. Pero ella dice que sí y se le caen las lágrimas.
Si hay olor a rosas, la Madre anda dando vueltas entre la gente, le dice un servidor que la escucha preguntarme. Pídale a la Madre, doña, le dice, si usté huele las rosas, pídale que Ella le va a dar lo que necesita.
Ella cierra los ojos. Y yo, que no siento olor a rosas, también le pido.
Tardamos todo la mañana y toda la tarde en distinguir a María Livia entre la gente. Cuando la encontramos, está rodeada de servidores. Dos se paran a su lado, nueve se colocan detrás de la gente que esperó todo el día para verla.
María Livia apoya sus palmas sobre los hombros de la gente. Uno a uno, los que fueron tocados, se caen al piso, redondos, como si se desmayaran. Los servidores los atajan y los acuestan en el piso. Mucha gente llora.
Llega nuestro turno. Quedamos separadas. Soy la primera de la segunda fila; ella, la última de la primera.
María Livia avanza de atrás hacia delante.
Yo sé que cuando sea su turno, ella se va a caer. Cuando María Livia la toque. Lo sé desde que empezamos a subir el cerro. Lo sé porque ella quiso venir a Salta, quiso subir el cerro, quiso ver a María Livia para esto, para caerse, para dejarse caer en los brazos de la Madre. Quiere volver a caerse.

María Livia se para delante de mí. No me voy a caer, me digo y la miro a los ojos. Es apenas durante unos minutos. No me voy a caer, me vuelvo a decir mientras clavo los ojos en los de María Livia y sin decírselo, le pido que no me deje caer, que no me quiero caer. A pesar de todo.
No me caigo. El servidor que está detrás de mí espera un momento, por las dudas. Sigo sin caerme. Se caen todos los que están en la fila en la que estoy. Uno a uno, como en esos juegos de dominó en dónde se empuja la primera ficha y empiezan a caer las restantes. El servidor se asegura de que no voy a caerme y corre hacia su lugar, detrás de la próxima tanda de gente.
María Livia llega hasta dónde está ella. La toca. Se cae. La veo caer desde mi lugar porque aún no me moví. La veo caer mientras una servidora jovencita me pregunta si estoy bien, si necesito quedarme ahí un poco más y yo digo que sí con la cabeza porque la voz no me sale, porque ya no puedo hablar, porque la veo cayendo mientras contesto.
Empiezo a caminar mientras acomodan a la nueva tanda de gente, cuando María Livia se mueve con su ejército chiquito hacia otro lugar lleno de gente que espera.
Ella sigue en el piso. No llora, ni transpira. No se levanta. No me acerco. La espero. Espero que se levante. Levantate, pienso, levantate, por favor. La veo abrir los ojos.
Se sienta sobre la tierra. Me acerco, una servidora me detiene. Ella me hace un gesto. Me pide que espere. La servidora la ayuda a levantarse. Ella le sonríe, le agradece.
Se acerca a mí y me abraza. Por primera vez, lloro. Lloro por todo. A pesar de todo.

jueves, 13 de diciembre de 2007

Caro Michele/8

Hay animadores. Acá donde estoy, en este lugar paraíso, hay animadores. A vos te parece. Un pibito de 19 que cada noche en el club house hace de cuenta que inventó la batalla de gritos de hombres versus mujeres. “Y los que griten más fuerte, se ganan una botella de vino.” La puta que te parió, pendejo. Ni siquiera tomo y la batalla de los sexos es una batalla perdida para todos. De dónde sacás que podés abusarte de eso. “Ahora voy a bailar con las chicas” dice, mirando a un grupo de cuatro viejas que juntas tienen la misma edad de los Borgia.
Estoy sentada en el fondo del salón. Tomo mi coca Light de cada día, esta vez acompañada por trucha, porque nunca comí trucha, porque trucha, a veces, algunos días como este, soy yo. No quiero quejarme. Intentaré no hacerlo pero no te garantizo cumplir, Migue. Me di cuenta de que me duele el cuerpo. Desde los pies hasta las pestañas y me duele de llevarme cargando. Antes, era mejor. Insisto, antes, la vida aparecía llena de cosas que iban a ser estupendas.
Estos días volví a mi viejo hábito. No digas nada: algunos se cortan las venas, otros se toman un frasco de pastillas; yo sólo tengo dermatitis neurótica. Gracias Albita por darme el nombre correcto. Sabés que no me la agarro con nadie. Sabés que siempre soy yo contra mí. Y bueno, esta vez, se me dio por volver a rasgarme la piel, literalmente. Apretar y apretar, cualquier sitio del cuerpo hasta verlo sangrar. No me duele, no me impresiona. Ver sangre es una buena señal: estoy viva. A veces, me olvido de ese detalle. Los demás, sí se impresionan. Los demás dicen: dejate esos brazos, mirá cómo te marcaste, te estás lastimando y un etcétera más largo que los ancestros de Jesús en el Evangelio según Juan. Rezo. Rezo lo que puedo, vos sabés que cuando no puedo pensar, rezo. Rezo porque es lo más fácil, porque creer que vendrá Dios y evaporará a ese animador que ahora me amenaza con sacarme a bailar me resulta mucho más cómodo que decirle: si te acercás un paso más, me tiro por esta ventana. Y no es que el pibito tenga algo malo, hace su trabajo, qué sé yo. Pero él no sabe que yo me muero de vergüenza casi todo el tiempo, aunque no parezca y yo sí. Y que me atrevo a muy pocas cosas, cada vez menos. No me quedan ni unos pocos peligros sensatos.
Digo: No hay nadie ni remotamente cercano a mi edad acá. Es una pena. No tengo a quién decirle: mirá que buen dibujo hace esa montaña o me llevaría una piedra de cada una de las que están en el lago o extraño mucho a mis amigos y me siento como perdida.
O que lo extraño un poco, aunque no sé si lo extraño a él; extraño la dinámica que teníamos. Extraño que mirase con los ojos como el dos de oro cuando yo decía que el ser humano es realmente un bicho asqueroso, se mire del lado fisiológico o psicológico, que son muy pocos los que valen la pena. Y me abrazara con los dos brazos, un abrazo fuerte del que nunca pude soltarme por más que quisiera, por más que, en determinado momento, ese abrazo no fuera más que el chaleco que hay que ponerle a la loquita para que no diga sandeces. Sandeces. Me encanta esa palabra y vos ya conoces mi predilección por los términos antiguos.
Ahora cantan. Un duo que se llama Nexus pero debería llamarse El sordo y el mudo. El sordo no acierta con el ritmo de las palmas, el mudo canta. Esto es así. Y como dice Romina: los escritores son depresivos o borrachos. Amiguita, por qué no te volvés borracha, por lo menos te vas a divertir.
El popurrí es de lo más variado. Empezaron con Unbreak my Heart, pero en castellano, siguieron con Por el boulevard de los sueños rotos en versión carnavalito y ahora, obvio, quisiera ser un pez para meter mi nariz en tu pecera. Quiero pegarme la cabeza contra la mesa. El animador arenga: A bailar, a bailar, que siempre terminamos bailando y yo pienso que con dos botellas de ginebra encima, a lo mejor, te bailo Explota, explotame, expló, parada arriba de la mesa pero hoy fue el día en que me abandonó el espíritu y ando toda hecha cuerpo, magullones, apretadas y cascaritas.
Había dejado el limbo de los darkies, Migue, te juro. Me había prometido salir de ahí y no volver y hoy caí de nuevo. Una caída libre, una caída nueva de la que me voy a levantar, otra vez y van…
Porque soy una gran actriz y nadie se va a dar cuenta, porque no le importa a nadie cuántas veces me caiga, ni cuantas me levante. Ni siquiera le importa a nadie si hoy, justo hoy, necesito un abrazo chaleco que signifique que algunas veces vale la pena hacer el esfuerzo.
Acá no se puede fumar. Se puede pero al aire libre. Sumá todo: animador de 19 años y la prohibición de fumar; I hate this place, y daría lo que fuera por intercambiarla con cualquiera.
No darse cuenta de nada. No darme cuenta de nada. No darme cuenta, a vuelo de pájaro, de un solo vistazo de lo que no va a ocurrir, de lo que nunca va a suceder en tantos ámbitos. No tener esta puta intuición que me asegura meses antes lo que después voy a confirmar y me va a doler. Escaparme, salirme, salite, salite de ese lugar, como dice H.
Lo más extraño de todo es que aquí-no aquí aquí, sino en el pueblo-hay muchos bebés de la edad de mi preciosura y todos me saludan o se sostienen de mi pantalón o me hablan en su idioma y yo los miro y pienso que no sé si algún día habrá uno de esos pero mío. Y al revés de lo que hablaba antes con vos, pienso si algún día habrá uno de esos, mío pero con otro, con otro que piense que no hay nada mejor para él que uno de esos y yo. Creo que compré la versión equivocada de la historia. Y que me gustaba más la de antes, la del tubo de ensayo y el chiquito todo mío. No sé por qué tuve que tomar conciencia de estas cosas, justo ahora que otra vez estoy yendo para atrás, con lo que me costó avanzar dos pasos. Hit the road, Jack.
Y sí, claro, hago lo que puedo, como todo el mundo, pero hasta dónde tengo que hacer; hasta cuando tengo que hacerlo, Migue. ¿Cuánto tiempo más llevará? Porque seis de cada siete días, le pongo pilas, eh. Te lo juro. Te lo juro por Padre y si juro por Padre, vos sabés que es en serio.
Sabés qué es lo más loco? Yo vine acá a descansar de mi. A divertirme, entretenerme, pensar en nada. Y acá estoy, pensando en todo, una y otra vez, empezando de nuevo, como en mi sueño recurrente donde doblo una frazada y la frazada cada vez es más larga y empieza a quedar mal doblada y tengo que volver a doblarla desde el principio. Ay, Migue. A veces, me duele tanto esto que ya no me duele. All you need is love, diría Jota y tendría razón, por momentos, sólo algún rato, yo también lo creo pero quien puede confiar en que algo que ha dejado más lastimados que sanos es lo que necesito? Preferible equivocarse? Nah. Mejor no equivocarse y tener el culo para siete de apostar a ganador por ultima vez y ganar.
No me quedan muchas monedas para perder y tengo que apostar donde al menos se pueda salir pata.
Hoy me duelen los últimos veintidós años, Migue. Y me duelen tanto que ya casi no siento dolor pero sé que me duelen. Ves que es mejor no darse cuenta?
Te acordas cuando salí del sanatorio? Te acordás que yo no entendía porqué la gente se preocupaba así por mí? Por qué me querían? Bueno, ahora, como si fuera una nena, como si no hubiese aprendido nada, como si no hubiese pasado por eso más de dos veces, no entiendo por qué no me quieren bien.
Vos no querés que te quieran, dicen las chicas. Querés que te rescaten. Y tienen razón. Si tengo que decirte algo con sinceridad, en toda mi vida, nunca necesité más que alguien me salve la vida aunque digan que no sirve que otro te salve, yo necesito eso ahora y sabés qué: no va a pasar. Entonces, o me salvo sola o me entrego y como soy gallega y cabeza dura, me voy a salvar sola, otra vez, de nuevo, de vuelta, como siempre. Y en un año, en un mes o en dos, voy a estar escribiendote otra vez, una sarta de palabras que tienen poco sentido para cualquiera, pero que para vos y para mí significan tantas cosas que ni hace falta hacer la lista.
A veces, necesitaría que me respondieras, Migue.
A veces, necesitaría que me digas que todavía me querés y que me querés porque sí, porque no tenés la obligación del lazo sanguíneo o del lazo amistoso; que me querés como me querías cuando andabas por acá: porque sí. Porque alguien tenía que quererme hasta las venas y justo te tocó a vos. Fue la mejor frase que te escuché decir. Fue lo más lindo y lo más aterrador que me dijeron. Siempre fui miedosa, vos sabés.
Yo te quise, Migue. No sé si supiste alguna vez cuánto, cómo, hasta dónde. A veces, me daban ganas de llorar de quererte tanto. Siempre encuentro motivo, viste. Siempre. Yo y mi fina sensibilidad bien escondida.
A veces, necesitaría que dijeras algo, Migue. Aunque no fuese importante. Alguito, nomás.

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Caro Michele/7

Te escribo con urgencia, casi con desesperación porque este nudo en la garganta me tiene mal. Como ves, no pude esperar a volver a casa. Estoy acá, en el medio de la montaña, el sol te deja la piel dorada, dorada como en las publicidades de bronceador y el cielo es tan azul que casi es imposible de creer. Precioso, precioso todo, precioso - Precious and fragile things- menos yo, que desentono porque a mí me llueve y no sé bien por qué este ahogo, esta sensación de amenaza, de peligro inminente. No cuadra con el lugar ni con el ánimo de la gente. Pero viste como soy. Un corso a contramano que nunca encuentra dónde ponerse.Let the show begin. It's a sorry sight. Let it all deceive. Now I'm. Pains in me that I've never found. Ni ganas de cantar, Migue. Sólo repetir entrecortado algunas frases, como el escritor ese asmático que repetía sus síntomas de ahogo en su escritura. Y me da una bronca. La insatisfacción en dos patas y llena de rulos. Me dan ganas de pegarme y de hecho lo hago; no sabés la cantidad de golpes que me dí en estos días. Me llevo de recuerdo unas cuantas marcas, en los brazos y en las piernas, pero son todas sin querer queriendo, te lo juro.
Viste que soy torpe para casi todo. Y la naturaleza no es mi medioambiente. Soy como un marciano en el pasto. Y a lo mejor hasta este sol, que no va conmigo, ni el dorado que te deja la montaña. Ayer quería desaparecer. Hoy, encerrarme, envolverme, no sé. Algo que vuelva todo a su lugar. Lo estoy pasando mal. Y pasarlo mal, acá, dónde uno viene a pasarlo bien, me desespera. Es como si todas las palabras se me vinieran de golpe a la boca, con toda la voz que tengo, a los gritos y estuviera amordazada, Migue. No sé nada, lo único que sé es que esto así no va. Que hay que disfrutar pero que nunca, nadie, me enseñó a hacerlo y yo podré ser autodidacta para otras cosas, pero no para esta.
Me repito, estilo mantra: disfrutá, disfrutá, disfrutá. I´m not here. Energía positiva y una mente grande. Y nada. La gringada que anda por acá, porque no sabés la cantidad de gringos que andan dando vuelta, mira todo, compra todo, toca todo, no sé. A lo mejor, también me volví xénofoba. Lo que me faltaba. Tantos defectos para agregar a los que ya tengo y me vengo a pegar este. (Y seguro, después, salta alguno a decirme: basta de autocompasión, pero esta vez tengo la paciencia llena, asi que, que nadie se atreva, que al fin y al cabo esto es entre vos y yo y vos entendés y los demás, no)
Y bueno, es esto. Que me siento como el culo y que no sé cómo ponerme para que se me pase y volver no es la decisión posible. Aguantar, parece que no me sale. Explotar sería desubicado. Mierda. Mierda. Mierda. Algún día tengo que encontrar mi lugar. Más tarde o más temprano. Encontrar un lugar, donde carajo sea, donde no sienta que desentono, la puta madre que me re parió. Leaving was never my proud.
Te escribo de nuevo, seguro, antes de lo que pienso, Migue.

martes, 11 de diciembre de 2007

Montaña


Muchas veces, pero muchas muchas, mi vida se parece a un camino de cornisa del que nunca sé si me voy a caer. Hasta ahora no me caí pero nunca tengo la certeza de que no voy a caerme.
Hoy el sol me pegó en la cara fuerte y era un día para la felicidad. Sin embargo, la felicidad, esa cosa que no entiendo del todo y que me paso buscando, no apareció.
Creo que me estoy convirtiendo en todo lo que detesto: una melancólica por la melancolía en sí. Qué asco.
Este lugar es la preciosura hecha lugar. Es como para quedarse a vivir, si uno no fuera un bicho de ciudad. Otra vez, me gustaría desaparecer. Desaparecer y aparecer nueva. Vuelta a nacer. No sé. Si alguien me entiende, que me explique.



viernes, 7 de diciembre de 2007

Limé

Limé. Tengo la cabeza llena de ruido y leo gente gritando. Unos días de aire. Ahora.






I freed myself from my family
I freed myself from work
I freed myself
I freed myself
And remained alone

And in my thinking
Steal you away
Though you never wanted me
Anyway

Silence
Silence
Silence
Silence

jueves, 6 de diciembre de 2007

Saludo

Le enseñaron a saludar antes de irse y al volver. Un día, cuando tenía diez años, preguntó por qué había que saludarse tanto. Le dijeron:

El beso de la bienvenida es porque te volvés a ver.
El beso de la despedida es por si no volvés a verte.

Le quedó eso retumbando en la cabeza.
Cada despedida, entonces, la vive como una muerte en miniatura.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Caro Michele/6

Esto es lo último, Migue: la cuestión del tiempo. Hasta hace poco, vos y yo creíamos que teníamos la eternidad y un día para hacer todo lo que nos faltaba. Oh, life is bigger. It's bigger than you and you are not me. El futuro llegó hace rato y todo lo que teníamos para hacer el año que vine, tenemos que hacerlo ayer. La vida se volvió urgente y ya viste como me pone la urgencia. There's too much caffeine in your bloodstream. Íbamos a ser los dueños de casi todo y acá nos ves, no tenemos casi nada y no hay más tiempo para perder. These eyes are the eyes of the old, shiver and fold.
El tiempo libre no alcanza, el descanso no alcanza, la vida no alcanza para todo lo que falta hacer y yo estuve demasiado tiempo en pausa. Y estoy llegando tarde a casi todo, menos a lo único a lo que no quería llegar temprano.
Un vecino está gritando, ahora. Alguien tiene la música demasiado alta. El tipo grita que son todos delincuentes, que nadie labura, hijos de puta, vayan a laburar, vayan. El tiempo libre, a veces, es un problema para los demás pero porque todos tienen diferentes definiciones. Para algunos es estar al pedo, para otros descansar, para otros ocio creativo y recreativo. Para mí, es sólo tomar envión, con lo que me queda, que no es mucho, pero tampoco es para ponerse a llorar. Ready with ready-wit, still running 'round.
Ayer no fue un buen día. La que todo lo puede me amaneció con sus cosas y sus pedidos, para que salga como los bomberos o la ambulancia. Siempre es tarde para ella y no le importa cuando es mi tiempo. No es mala pero viste cómo es. Las invasiones inglesas, el nivel 1 del Taipei a su lado. Así que me pegué una encabronada interna, de esas que me suelen dar y por una pavada, le salté con la petaca llena de saliva y nada más. Que mi tiempo es mío, y que no hago nada, según lo que ella vé, que justo cuando llamó me estaba haciendo la paja. Esas cosas no se le dicen a la que todo lo puede, viste. Las de su generación no se metían mano. Jé. Que si me la estaba haciendo? Da igual. El punto es que mi tiempo es mío y es lo único que tengo, más un puñado de libros y de discos, asi que terminamos enojadas las dos: ella conmigo por maleducada, yo con ella por desubicarse. Lo de siempre. A la noche, a ella se le había pasado, como cada vez. A mí, todavía me dura. Y lo tengo todo acá, en las costillas. Emotional landscapes.
Un día te va a estallar el cuerpo, dice el de las alas. Cabrona, jodida, mala. Y yo respiro hondo. Todo eso, pero qué paciencia. Aunque hoy, estallar hubiese estado bien, como cuando pienso en los átomos y creo que me voy a desarmar. Come, armageddon! come! How I dearly wish I was not here.
Seguramente, mañana tampoco sea un buen día pero no es tan difícil cuando un patrón se repite. Uno ya sabe qué esperar y vos sabés cuánto me gusta planificar las cosas. Oh, dream maker, you heart breaker, wherever you're going I'm going your way. Pero vos sabés: saco de dónde no hay. Invento, me levanto, salgo y aquí no pasó nada, que no queda otra más que ir para adelante, como yo le digo a JJ siempre, cuando se cae. There is a light that never goes out.
Anoche, creo, volví a escuchar a los redondos. Si NN no se ofendió lo suficiente hoy, quizás mañana, tenga nuestros discos de nuevo. Dónde usas los dientes, mi amor?
La noticia graciosa/patética del día: tengo mi propio Mark David Chapman -fá, de repente, me la creí toda entera- que me persigue interblogs, en versión femenina. Rica, que no tengo tiempo para tanta pavada, vé con Dios y deja ya de preocuparte por mí. You know & I know, so fuck you.
Fue un buen recuento, este. The boy with the thorn in his side & Girl afraid, como siempre. Esto no es una despedida. Cuando vuelva de la montaña, a lo mejor, te vuelvo a escribir. Bigmouth strikes again.
Decile a Padre que estas fiestas le paso la lista de pedidos. A ver si mueven un poco el expediente, ustedes, che. Están más cerca que yo, por ahora. So please, please, please, let me, let me, let me, let me get what I want this time.
Sing your life, Migue. Will never marry.
In the sun, in the sun I feel as one.
Let me kiss you. My heart is open to you.
No tomes nada demasiado en serio es all apologies, what else could I say.
En la próxima vuelta, te escribo y espero que esta vez, esté girando para el otro lado.
State of emergency, how beautiful to be, state of emergency, is where I want to be.


martes, 4 de diciembre de 2007

Caro Michele/5

Y al final, hoy tuve que ir a la cárcel porque el tordo me quería ver. Quiere ver si no estoy de vacaciones en la Polinesia, viste. Lo menos parecido a unas vacaciones en la Polinesia es esto pero andá a hacer que lo entienda. This is the weeping song.
Que te den una pastilla, mija, de una vez. No sos gerente de la coca cola, tenés que volver a trabajar, me dijo. Jé. Claro. Drogada podría ir. Siempre dije que tipo cuatro de la tarde tendrían que repartir unos porros, así uno no se da cuenta la cantidad de horas de más que va a tener que quedarse de más. Yo tuve la mejor flor.
La cosa es que lo miré con ojos de cachorro, le dije todo que sí y me volví a casa, después de contarle a la que todo lo puede para que no empiece con el organito. La próxima vez que vaya a verlo, le voy a preguntar si no me recomienda una lobotomía. Why don't you find out for yourself? Don't rake up my mistakes. I know exactly what they are. And what do you do? Well, you just sit there. I've been stabbed in the back so many, many times. I don't have any skin. But that's just the way it goes.
Lo peor de todo, es que ahora me dí cuenta de que no puedo volver a eso. Y que algo tengo que hacer. I need something to breathe. I will try not to worry you. Ponele, es como pasar por una calle por dónde sabés que te van a violar. No podés volver a pasar por ahí, salvo que te guste por la fuerza. Pero yo siempre fui maricona, delicadita extrema, como dice JJ y no me gusta que no me hagan ni un mimo. Bueno, es algo así. Sometimes everything is wrong. Now it's time to sing along.
Para hacer algo mientras no escribo, que es la menor parte del tiempo, me puse a pintar unas muñecas de madera. La gente se asombra cuando las vé. No pueden creer que yo pinte unas muñecas tan alegres. Creen que sólo puedo reproducir montones de Edward Scissorshand o Jack o Corpse Bride. Y no, hago unas muñecas de lo más maestrajardineriles, delicia de madres y niñas que quieren una pero como yo no sé vender ni venderme - así me va- la que todo lo puede está gerenciando el negocio. Su alma fenicia convence. Le admiro eso, entre otras cosas.
Pensaste en llamarla Yocasta, me dijo H una vez y yo le dije que en tal caso, la que tendría que cambiarse el nombre sería yo. Edipa, no. Electra, tal vez; aunque con Padre convertido en santo es difícil que a una se le despierten las hormonas. No hay nada más desalentador que los santos para el incesto. Losing my religion. C'mon, c'mon on no one can see you cry.
Si te fijaste, puse la foto de Stipe, ahí al costado. Sigo puto, qué le voy a hacer pero la puse por otra razón. Me acordé el ataque de risa que te dió cuando leiste esa entrevista en dónde le preguntaban por qué no había confesado su homosexualidad (sólo a mí me suena horrible esta palabra? Me da arcadas el rótulo hipócrita) y él respondió que creía que salir a cantar con pollera y los ojos pintados, era suficiente manifestación de identidad sexual. Lo mío, además del amor platónico y la chorrada melosa que tengo con Stipe, no tiene que ver con lo del sexo. Por qué te pusiste ese nick, sos fan, lesbiana, rarita, preguntan los que preguntan siempre. Y yo digo que tengo la mirada movida y que por eso y que porque estoy pensando en dejarme la barba, me puse así. La gente curiosa con boludeces me da por los ovarios. Si me ponía López iban a pensar lo mismo. Come on and rescue me.
Esta noche y porque everyday is like sunday, salgo. No sé si vuelvo. My girl, my girl, don't lie to me, tell me where did you sleep last night?
Decreté que los miércoles es día de librerías, asi que, un rato antes de ir a la Alianza, me voy a "peinar" librerías. Le encontré un secreto encanto a meterme a tocar los saldos. También me da un poco de melancolía ver esos libros ahí. Needle in the hay.
Tengo que buscar una ocupación para los martes porque ahora están vacantes. No sé si sería un buen día para el cine. God knows how I adore life.
Ah! Algo gracioso: hay una mina que no me conoce, y me hace publicidad haciéndome cargo de sus maldades. Te juro que no paro de reírme. Debe ser el precio de la fama. De lo que es capaz una mujer por no perder una pierna. You know what they say about romance. Igual, sigue siendo gracioso que alguien que no se presenta, se convierta en una amenaza, no? Jé. This prayer is for you, my love. An idiot prayer of empty words.
Vos no tenés la culpa de hacer bien,eso que a esa mina le sale tan mal, me dijo JJ cuando le conté y se siguió riendo. Give it all to you then I'll be closer, darling.
Las chicas, en cambio, dicen que le mande a decir: Madame Bovary soy yo, rica. No te confundas. Es una verdadera pena no poder cruzarla in the real life. Podría explicarle dos o tres cosas que se le escapan. I started a joke which started the whole world crying. Oh, but I didn't see that the joke was on me. Andá a saber por qué me pasan estas cosas a mí. But it's all just a show. A time for us and the words we'll never know. And daylight comes and fades with the tide. And I'm here to stay.
Creo que en la próxima se nos termina, Migue. I know you'd rather see me gone than to see me the way that I am but I am in the life anyway. Do you miss me, miss misery, like you say you do?

domingo, 2 de diciembre de 2007

Caro Michele/4

Ya te dije, no confío en la gente. En conjunto, casi todos son una humana porquería, no hace falta más que ver cómo está el mundo. Come together right now over me. Confío en algunos, por separado, menos mal. Y que confío menos en mi género que en el opuesto, tampoco hace falta que lo diga. Si al final, ustedes tienen razón: las minas entre nosotras, mejor ni hablar. Pocas excepciones. Pocas. POCAS. No por nada, los mejores insultos femeninos son yegua, perra y zorra. Si a ustedes les dicen león, tigre, caballo, no sé, hasta burro, lo toman como un halago. Jé. Igual, me estoy avivando como dice JJ. Me lleva tiempo, pero hago mis perradas femeninas como cualquier otra, claro que las hago cuando la yegua en cuestión me lleva cuerpos de ventaja. Sí, con los años me volví rencorosa y vengativa y sin justificarme sólo te puedo decir que todo tiene un límite y que no estudié ni para mártir ni para santa. I'll never be your beast of burden.
La MC me dijo hace unos días que yo no era como la gente. Me hizo poner un poco colorada. Todavía me pongo colorada. Have a little faith in me. Tiene razón. Yo la quiero y la escucho porque mira fijo y no te corre la vista cuando te habla.
Te dije que a veces me siento un poco sola? Bueno, no porque esté sola, sola en el mundo. A veces, me siento sola entre un montón de gente pero porque ahora miro antes de saludar. Igual, se me escapa la tortuga ninja más veces que menos. Estuve yendo a un lugar en donde había gente. Uno me miraba con desprecio, sólo de verme. Ya sé, vos dirás: no se le puede caer bien a todo el mundo, y yo digo: no suelo caer bien, pero hasta esta vez, nadie me había mirado así, por el rabillo del ojo, respirando hondo y chasqueando la la lengua. No me importó mucho, al principio, pero después me pregunté por qué, si casi ni le había hablado. You're a fool to cry. Igual, no importa. La ciudad es tan grande que dudo vuelva a cruzarmelo pero me voy a cuidar de los que me miren así, gratis.
H me pregunta si no me dan ganas de enamorarme. No es una pregunta para hacer; quién tiene la tecla on/off del enamoramiento, decime. Yo no la tengo. Pasa o no. Y no pasa, desde ESE, no pasa y últimamente ni lo intento. Nothing could be bring me closer, nothing could be bring me near. I'm tired and naked. I don't know what I'm hungry for. I don't know what I want anymore.
Las otras chicas también me hicieron un planteo así: que las oportunidades, que las posibilidades, que siempre con el imposible, que hay que renunciar a ciertas cosas. A esta altura del partido. Después de tanta agua. Definitivamente, no. How could I be so blind. Te juro que a veces me lo pregunto. And its time, time, time that you love. And its time, time, time. Llego hasta el jueguito que me dura dos semanas y después, el embole lo toma todo. Menos con Mr Boring pero eso no tiene razón de ser. Talk about the passion: not everyone can carry the weight of the world.
Hasta hace poco, un año atrás, ponele, yo era una cosa desconectada: lipgloss, underwear, fuck, byebye. I´m dancing with myself. No sé si no era mejor, la cosa era que me gustara el poco suficiente como para el rato descongestivo y que no se dejara nada, ni me dejara nada, que se llevara todo y que no exigiera ninguna cosa a cambio, si el trueque ya estaba hecho. Y de nuevo, la ciudad es tan grande. Pero vos viste mi calidad para dar con lo menos indicado todo el tiempo. Hasta que I started something...And now I'm not too sure. Me costó rajarme pero me rajé. Siempre me destaqué por eso. That blue eyed girl, she said "no more". Y desde esa vez, nada importante ni peligroso a lo que rajarle. Histeriqueo típico del medio en el que me muevo. Little fish. Big fish. Swimming in the water.
No se me perdió la libido, ni mucho menos. No tengo ganas de jugar a perder. I'm a loser, baby, so why don't you kill me? I´m a loser pero con una gran dosis de encanto.
H se pasa los días hablando del tema. Pregunta y repregunta. A veces, se parece un poco a la que todo lo puede. Como si quisieran estar al tanto de mis actividades extracurriculares. Já. No way, Joseph. Nadie está obligado a declarar contra sí mismo.
Aparecieron algunos aprendices este año pero viste que mala soy como docente. La paciencia no es mi fuerte. La diplomacia tampoco, aunque ya no soy tan brava como era. Será el tiempo. El tiempo pasa, nos vamos poniendo tecnos.
Así está todo. Un tornado arrasó a mi ciudad, este año. Fuimos al estadio a ver el show de la treintena modernosa. Lloré desde el principio hasta el final pero no porque el show fuera emotivo sino por todo lo que pasó desde el último concierto. Quién se dio cuenta de que pasaron diez años? Nadie. Time after time after time.
Voy a viajar, otra vez. So let's go where we're happy. Pero antes al pinchazo y a dejar otra parte de la anatomía en un frasco para la ciencia. Sixteen, clumsy and shy. The story of my life. That's the story of my life.
A dormir, angelito. Sing me to sleep, sing me to sleep. I'm tired and I, I want to go to bed. It's a long way to the top if you wanna rock 'n' roll.

I know you'll miss me.

sábado, 1 de diciembre de 2007

Caro Michele/3

Este año fue una verdadera mierda. Quiero que termine ya.
Anoche soñé con ESE. Me hizo mal. I don't sleep, I dream. Hace unos meses no me acordaba de mis sueños. El de anoche, lo recuerdo perfectamente. Hice fuerza por volverme a dormir y seguir soñando pero no hubo caso. En mi sueño yo era feliz. Feliz como en esa película que va de adelante para atrás y al final, ella es feliz. Feliz como cuando ESE andaba cerca. Nunca más volví a sentirme igual. I need a chance, a second chance, a third chance, a fourth chance, a word, a signal, a nod, a little breath. No volvió a suceder con ningún otro, ni a ganchos. No me había pasado con Coso. Algunas cosas, uno no debería conocerlas nunca.
H dice que para el concepto que tengo de mí misma, no me va tan mal. Me hace reír cuando dice esas cosas. Stupid girl.
JJ llamó esta mañana. Le conté el sueño. Vete destino, dijo, tu corazón no quiere más que seas la chica que junta malezas. Quiso hacerme reír pero yo tenía este nudo en la garganta que no se me va. Igual, me sorprendió que recordara eso. Yo no lo recordaba.
Llevé el cuento al concurso. Lo recibió un chico precioso, precioso. Después, me fui a ver libros y me desesperé. So many books, so little time. Si algún día soy millonaria, me reviento toda la plata en libros. Te lo juro.
Caminé bastante, como siempre, con los auriculares puestos. A veces, me dan ganas de caminar y caminar y no parar más. Sobre todo cuando me acuerdo de ESE. A lo mejor, si camino y camino y camino, no me acuerdo más. Everybody needs somebody to love. Everybody cries. And everybody hurts, sometimes.
Siento que me falta el aire aunque esté en la calle. Como si me hubiesen cerrado al vacío. You've said the air was singing. Todo el año fue así. Ahora estoy mejor. Un poco mejor. Look at the stars, look how they shine for you. Es un consuelo estúpido pero es un consuelo. How to disappear completely.
En la próxima vuelta, voy a ser estrella de rock. Star 69. Me lo prometí. All the way to Reno. Porque voy a aprender de esta vez y voy a ser un poco distinta, un poco mejor, no? She just wants to be.
Tengo algo en vista. Viene para largo y no me quiero apurar. Me cansé de remarla siempre y para el caso, da igual. Demasiado apuré todo este año y fue una cagada. Una detrás de otra. Si me veías, me matabas. El fin de año viene más tranquilo. A lo mejor, mañana, el año que viene, después, hay suerte. Positiva, todo muy bien. Positiva, todo muy bien. I wake up. I threw up when I saw what I'd done. Oh, the wake-up bomb.
Las chicas están bien. Y tendrías que ver a la nueva generación: es tan hermosa que te dan ganas de llorar. Tremenda, tremenda.
Estoy haciendo mi lista de deseos para el año que viene. De la del año pasado, sólo se cumplió uno. Uno de diez. No está tan mal. Jé.
Hace un calor horrible.Viste como me pongo con el calor. Una pesadilla. Tengo miedo de irme a dormir ahora que me volvió ESE a los sueños. Por lo de siempre: porque después no lo puedo encontrar. This one goes out to the one I love. Fire.
Mañana, a lo mejor, hacemos un cine. Yo no estoy de ánimo. No sé qué me pasa pero no me dan ganas de ir al cine. Estoy como autista. Lo único que quiero es caminar con los auriculares puestos y no sé, mirar libros, escribir. Flotar. Nightswimming deserves a quiet night. Lost in the moment, the day that the music stopped and I do remember you.
No me olvido. No te conté This is hardcore. No tengo ganas hoy. I say a little prayer for you. Rezo. Rezo por vos. It's time to move over.

viernes, 30 de noviembre de 2007

Caro Michele/2

No me mejoré de la fobia social, no. Cada día, estoy un poco peor. Cada día estoy más afilada. Mi margen de error es cada vez más chico. Igual, voy, cuando me invitan, aunque prefiero que no me inviten porque yo no sé cómo comportarme con mucha gente, menos si son desconocidos. Y me agarra esa cosa, en la boca de estomago, como cuando subíamos a la montaña rusa y no sé bien que decir pero igual digo algo y cuando lo estoy diciendo, me arrepiento. Por eso, cada día hablo menos, cada día hablo menos, cada día hablo menos, menos mal.
La cosa es que había una fiesta y el de las alas insistía en que teníamos que ir, que nos íbamos a divertir y saltaba alrededor mío como bambi, como siempre. Hace años que sabe que me saca de quicio que me salte alrededor como bambi pero no deja de hacerlo y por sacarmelo de encima, le digo que voy pero que al primero que me caiga mal, me retiro con estilo.
Aparato, me dijo el de las alas y se cambió de ropa y todo eso que siempre hace para salir. Ese día, yo no quería nada. Asi que me fui en zapatillas, vestida de adolescente y con cara de should i stay or should i go.
Llegamos a la fiesta y la escala cromática de los vestuarios me dio arcadas. No había una sola chica vestida de otro color que no fuera rosa. Te imaginás. Y mucha camisa polo, mucho pulover de hilo. Casi me da un atacazo de pánico. All the people. So many people.
El de las alas revoloteaba por acá y por allá y yo me comía un embole patrio en el rincón del que me adueñé ni bien lo ví vacío. Me cruce de brazos, que sé yo. Miré la hora. Esperé para ver como se movía la aguja larga y estuve tentada de ponerme los auriculares pero justo cuando metí la mano en el bolsillo del canguro, el de las alas me grita: Ni se te ocurra.
Cómo no se me iba a ocurrir. No sabés la música. Casi me da un coma diabético. En Buenos Aires, una nueva hora comienza. Horror, he visto el horror, te lo juro.
Duré cuarenta minutos, después de sonarme tres veces los dedos. Dije que iba a dar una vuelta. No volví más. Parece que al de las alas le fue bien. Volvió contento, borracho y cagado de risa. Yo ya me había acostado. Pictures of you.
A veces, extraño la época en que no le tenía miedo a nadie. Ahora, más o menos, todos me asustan un poco. Y ni te cuento si llega a resucitar alguno del pasado. Me gustaría esconderme, no sé. Hacerme invisible. Hacerme la muerta como dice R, siempre, ante cualquier evento peligroso. I'm not scared. I'm outta here.
Hoy me dieron ganas de caminar. Caminé desde Scalabrini hasta Paseo Colón. En una esquina, un tipo me preguntó la hora pero yo iba con los auriculares y no lo escuché, asi que me tocó el brazo y yo pegué un salto. Mal. Mal ahí. No se reacciona así frente al contacto de otro de la misma especie, dijo JJ, cuando le conté.
Tengo eso, como dice la que todo lo puede: arisca, arisca, qué arisca que sos, yo no sé a quién saliste porque ni yo ni tu padre fuimos nunca así. Y yo qué sé a quién salí. Como si fuera tan fácil en esta familia saber a quién se parece uno, cuando todos se mueren antes de cumplir cuarenta. No te dan tiempo ni a conocerlos y la que todo lo puede quiere que sepa a quién salí. Mirá con el dilema que me viene, cuando por genética, no me quedan tantos años por vivir.
Hace unos días encontré las fotos de Coso. Shine on you crazy diamond, temprano el durazno del árbol, cayó. Me acordé de lo que caminé para conseguir Artaud, con lo mal que me cae Luis. What is wrong with me?
Hoy escuché Elastica, un rato. Los noventa fueron sólo cinco putos años. Todavía tengo tu campera adidas naranja. Me la llevé a UK. Y tu campera y yo nos hubiésemos quedado ahí, si nos hubiesen dejado. Parklife. And then Im happy for the rest of the day.
Fue un día más o menos. La que todo lo puede tiene un perro. Cuando te vas de su casa, el perro se para en la puerta y te mira con unos ojos que parece que va a ponerse a llorar. Se te estruja adentro cuando cerrás la puerta. Es cierto que los perros se parecen a sus dueños. Cuando está contento, ponele cuando llegás, no te lo podés sacar de encima. Y sí, son calcados. Rain dogs.
El resto te lo cuento otro día. This is hardcore y tengo que estar borracha o dormida para poder escribirlo. I know you, little libertine. I'm the last splash.
Mañana es un día agitado. Llevo un cuento a un concurso, soy niñera diurna.
La seguimos, lo prometo. I'm the end of the line; the end of the family line.

jueves, 29 de noviembre de 2007

Caro Michele/1

Escribo todo el tiempo, a toda hora. Duermo mal, a cualquier hora, durante el día y me despierto pensando que tengo que escribir y escribo allá y busco algo para más allá y lo copio y escribo acá porque sé que acá nadie lee y eso está bueno porque acá puedo escribir como el culo, si se me da la gana o escribir más o menos bien, si me pongo las pilas.
Escribo frenéticamente, en todos lados desde que llegó la computadora itinerante y a veces, mientras estoy escribiendo pienso que debería escribirle algo cruel a alguien y después, reflexiono un poco y me reto mucho: yo no soy así. Yo no soy cruel, ves. Soy mala pero una mala trucha, una mala compasiva, dónde se vio. Mala de utilería.
No paro de escribir. Escribo cualquier cosa menos lo que tengo que escribir: otra vez, la novela sin terminar, una carta de renuncia, un cuento para un concurso que ya sé que no voy a ganar, un mail a un tipo por laburo. Pero escribo cualquier cosa menos todo eso, porque la novela no se me ocurre todavía, no sé si puedo renunciar -alguien debe pagar el alquiler en esta casa, carajo-, los concursos están todos arreglados y yo no soy la amiga/novia/amante de no sé quién, el mail al tipo es una especie de ruego. No me gusta rogar. Tampoco me gusta hacerme rogar. Me rompe soberanamente las pelotas hacerme rogar y todo el mundo me aconseja que lo haga. Claro, cómo si fuera tan fácil.
Hace dos días que escucho las mismas cinco canciones de Radiohead. Creo que voy a terminar intoxicada. NN dijo hoy que Radiohead es para chicos con resfrío en el alma o algo por el estilo. A veces, NN me hace reír. Por suerte, nos hicimos un juramento. Y somos uno más cabeza dura que el otro, asi que cumpliremos. No hay que empezar el 2008 haciendo cagadas.
Fumo mucho, estoy pasando el atado. Me acostumbré a fumar mientras escribo y escribo todo el tiempo, fijate entonces lo que fumo.
Tengo que invitar gente a casa. No quiero invitar a nadie. Estoy más ortiba -todavía más- con mi casa, con mis cosas, con mi vida. Elijo yo. A veces, elijo mal pero elijo yo. Elijo siempre.
H. dice que me gusta hacerme la víctima. También me lo dijo uno que me conoce hace poco y que es escritor, ponele. Ese, encima, se inventó una mujer que no soy, pero no importa. Digo que H. dice que me gusta hacerme la víctima, que pienso las cosas al revés, que veo mal el asunto. Que el problema es que hay gente que quiere hacer lo que hago, como lo hago, con los que lo hago, como si fuera yo alguien tan interesante para copiar. Dejate de joder. Ni que fuera la gran cosa. El problema es otro y no es que soy el modelo a seguir. Qué pelotudez. A veces, H. parece una tarotista. La anteúltima vez que la ví me dijo no sé qué y me dio risa. Me reí y no era para reírme.
Tendría que dormir. Tendría que comer. Tendría que vivir como alguien un poco más normal, por lo menos cada tanto.
La dueña de mi departamento me hace guardias. Quiere venir a ver un mueble que se quemó cuando soldaron un caño. Ya lo vio pero lo quiere ver de vuelta. No quiero que lo vea. Quiero que venga el tipo, arregle lo que desarregló y me dejen en paz. Para qué me reviento el cuarenta por ciento del sueldo en un alquiler si no me van a dejar en paz, eh. Para qué.
Tendría que sentar cabeza, como dijo la que todo lo puede, anoche. Tendrías que sentar cabeza. Esto de los libritos no va ni para atrás ni para adelante por más buena que seas y tan buena no serás. Y yo miré a la que todo lo puede y pensé te quiero mucho pero a veces, me gustaría ser Norman Bates.
Mr Boring llamó anoche y dejó un mensaje cuando estaba con la que todo lo puede. Un mensaje aburridísimo que se comió casi todo el tiempo de grabación del contestador. Parece que hablo en chino para Mr Boring. El habla japonés. Japonés y chino suenan parecidos pero no son lo mismo. No le voy a devolver el llamado.
Smells like a teen spirit. Me quedé clavada en esa época, no puedo salir. Y no sé, mirá, no sé si no sería mejor aceptarlo y actuar igual que antes, cuando no medía los riesgos. Emborracharme, quemar un poco más seguido, que me chupe un huevo, si total, cuál es la diferencia?
No estoy esperando a nadie like a stone. O mejor, no quiero esperar. No quiero esperar al año que viene, a dentro de unos meses, de unas semanas, de unos días. Right here, right now.
Me volví a cruzar con el tipo que conozco y no me conoce. No me impresionó esta vez. Nos está matando la rutina, mi amor.
Y resultó que uno que no conocía, lo conozco de hace unos años. No me acuerdo ni cómo me cayó. Recuerdo el momento incómodo de conocerlo. Le caí antipática, seguro, como siempre a todo el mundo, vos viste como soy. Ortiba, como siempre decís vos. Él no me cayó mucho mejor, no vayas a creer.
El mundo es pañuelo lleno de mocos. Y todos los mocos son míos.
Mierda. Son las ocho y cuarto de la mañana.
L. dice que hay que darle a lo que se ponga. Como venga. Impossible is nothing. Just do it. Arremeter. No a la violencia, le digo. Si esta cárcel sigue así, me contesta y se va guiñándome el ojo. Creetela, piba, qué esperás. No espero, che. Sigo. Eso digo. Eso digo siempre. Lo que queda en el camino, queda. Qué se le va a hacer.
Tomo café. Litros y litros. Se nota, no?
Empezaron a llegar las invitaciones a las fiestas de fin de año. Las primeras fueron las laborales. Dioses. Las odio. No los aguanto dentro del trabajo, los voy a soportar fuera, por favor. Qué les pasa.
Necesito ruido, transpiración, qué se yo. Necesito un poco de bardo. Bardito, dice JJ cuando me encuentra. Siempre fuiste un bardito. Bardito, yo. No te hagás. Bardito. Bardera. Pendeja bardera. Já.
Ando en época de balance. Siempre un mes antes que todo el mundo. Hice algunas buenas acciones este año, no creas que no. Le devolví la confianza a uno, le alegré la noche a otro. Touch & go. Debería ponerles número. Siempre les digo uno. Hasta que Mr Boring apareció de nuevo y otra vez, lo aburrió todo con su tonito monocorde y yo me puse en mode on monja de clausura. Siempre lo mismo, pero qué querés. I've got potential.
Ando contenta, ponele. Más contenta que antes. Creo que este mes no lloré ni cuando me indispuse. Bien ahí. I´ve got soul, but I'm not a soldier.
El tío dice que parezco un pibito, no te rías. La tía dice que siempre fui TAN independiente. Lo dice con el tonito ese que usa para que la que todo lo puede se avergüence. I´m some kind of freak. Vos sabés.
Esta vez dejé de garpe a IF para siempre. Es la tercera vez que lo hago. La cuarta viene vendetta napolitana. Mandó un mail suplicando que no desaparezca. Doce mil km. No way, Joseph.
Leo cuatro libros al mismo tiempo. Ni yo sé cómo lo hago pero lo estoy haciendo.
Así están las cosas. And I´m free, free falling. And I feel fine.
My actions make me beautiful and dignify the flesh.
It's the end of the world as we know it and I feel fine.
Y esto es todo por ahora. Escuchá linda música, mirá mucho cine, lee más, pensá bonito. Decile a Padre que estos días no hago más que pensar cómo sería todo si estuviera por acá. Y que lo extraño. A vos, también, Migue.
Te escribo pronto.

No volví (I)

No volví.
Me fui a la playa unos días a llenarme la cabeza de arena y de viento y de lluvia y de mar.
Dormí estirada en el micro sin que ninguna rodilla me golpeara para pedirme espacio o cariño o atención durante el viaje.
Me llevé toda la música triste que conozco y me paseé frente al mar, pidiéndole cosas.
Me dejé el pelo enrulado, tomé sol y cerveza. Hacía años que no lo hacía.
Le sonreí a algunos desconocidos.
Me quejé de todo lo que pude sin que me importara resultar molesta.
Compré un libro. Pensé.
Repasé todas las malas elecciones del año. 2007, un año para recordar: Top 1 en el ránking de pésimas elecciones.
Levanté un par de caracoles. Dejé varios. Traje algunos.
Me prometí algunas cosas que intentaré cumplir: arriesgar más; buscar más; mirar más; esperar menos; soportar menos.
Los días se pasaron demasiado rápido.
Me gusté frente al mar, recordé cómo me gustaba ser o más o menos; recordé cómo quería ser y me dí cuenta de que no me había quedado tan lejos de lo que quería de mí.
Abusé de mi estilo adolescente.
Miré con descaro a algunos hombres por la calle.
Bailé.
Fui amable y, en algún momento, hasta fui simpática, con lo mal que me sale.
Canté.
Me dejé acariciar por los que me quieren.
Los hice reír con algunas pequeñas maldades y por un rato, la vida parecía eso que siempre quiero que sea: una vacación permanente; un rato placentero; un momento de feliz tranquilidad.
No lo extrañé.
No lo extraño.
Creo que no lo voy a extrañar.
Y sospecho que en cualquier momento, salvo una aparición repentina de su parte y un momento de debilidad de la mía -vamos, todos somos débiles; el que diga que no, miente-, pasa a la lista de adoquines abandonados en la banquina de la ruta.
Subí al micro demasiado rápido.
Volví a viajar estirada, leyendo revistas.
Le sonreí a una chica que lloraba.
Dormí.
Me desperté en Retiro.
La chica que lloraba bajó detrás mío. Se acercó a hablarme.
La miré. "Sos muy linda" me dijo y me puse colorada. Agradecí.
Llegué a mi casa.
No lo extrañé.
No lo extraño.
No lo voy a extrañar.
Por momentos, me siento muy linda. Después se me pasa.
Todo se va acomodando. Despacio, de a poco.
Lo que pensé que había desaparecido, todavía está ahí. Estoy un poco perdida pero ya me perdí otras veces y me encontré.
Nadie se llevó nada, afortunadamente.
Mi cáscara, todavía, resiste.
Pegue que no duele y si duele, no se va a enterar.
Esta vez es cierto: no voy a volver.



miércoles, 28 de noviembre de 2007

Estado

Hoy me siento así. Me sentí así todo el día. Me voy a seguir sintiendo así hasta que me duerma y a lo mejor, sólo a lo mejor, mañana se me pasa.



No sé cómo seguir. No sé por dónde. No sé para qué.
Odio las despedidas. Dos en un día, es demasiado hasta para mí que parezco de madera.

miércoles, 21 de noviembre de 2007

Anónima

No se me podía escapar la oportunidad. Lo ví. Sé quién es. El no sabe quién soy. Conoce algunos datos, pocos. No importa, no me conoce. Digo: lo ví. Lo reconocí en un lugar del que no daré mayores detalles. Lo miré de arriba a abajo. Lo esperaba más alto, más joven, más flaco, más lindo, también si se quiere. Mucho anteojo.
Me miró, como miran los tipos cuando no tienen mucho que hacer. Las tetas. Eso, nada. Me miró las tetas cuando le pasé cerca. Me dio risa.
Si supieras, pensé cuando todavía le revoloteaba impunemente alrededor. Me tenté. Me puse los auriculares. Y la canción desentonaba entre mi selección, pero qué bien le vino a ese momento, en dónde yo lo miraba y sabía quién era y él, no. Me dieron ganas de presentarme. Para qué negarlo. Pero mejor no. Uno nunca sabe para que lado gira la rueda. Mejor así como está.
Jé. Todavía me da risa. Pequeñas satisfacciones.


En mi próxima vida, voy a ser estrella de rock. De verdad.


martes, 20 de noviembre de 2007

A veces

A veces no entiendo. Por más atención que preste, no entiendo. Te lo digo a vos. A vos, B. A vos que no lees esto. A vos que te pone frenético que no te entienda y que ahora estás enojado y mudo.
Y cómo estás enojado y mudo y no lees esto y esto es una especie de diario que lee cualquiera, yo puedo decir: no quiero que estés enojado. Me preocupa cuando te enojas. No quiero que estés mudo porque a veces no entiendo. No te entiendo a vos y no entiendo muchas cosas. Y me pregunto si seré yo, si será que estoy cansada o aturdida o qué será. O si es que hay alguna parte de todo y de lo que decís que no descifro y que a lo mejor, a veces -sólo a veces- necesito que me ayudes a entender. Nada más que eso. Que, a veces, yo necesito un poco de ayuda, también. Como cualquiera.
Y que prefiero que discutamos hasta el hartazgo antes que el silencio. Eso. Porque vos sabés. Vos sabés cómo pienso. Y sabés que apuesto y te apuesto. Y sabés por qué te apuesto. No te quedes mudo. Por favor. Porque, a veces, soy así. Y ya deberías saberlo. Y lo escribo acá, para ver si de una buena vez, nos entendemos. Aunque no lo leas ahora. Ya lo leerás.


Eso. Nada más.


lunes, 19 de noviembre de 2007

Por qué

Me aburre. No sé por qué no se lo digo y ya. Así: Me aburrís. Me aburre tu conversación, me molesta que me toques cuando hablas. Que me toques no te hace más divertido, sabés.
Eso debería decirle pero no se lo digo. Le digo el "mjm" de siempre cuando habla, lo miro sin verlo o lo veo sin mirar. Me aburrís, pienso, mientras me toca el antebrazo. Me aburrís hasta la furia.
Entonces viene el momento del cómo estoy y yo le digo que bien, que si no me ve, que si me ve mal y me responde que a las mujeres les gusta dar vuelta las cosas; a mí, especialmente. Que todos sus comentarios los transformo en un argumento asquerosamente ofensivo y qué no entiende por qué me tomé esa costumbre con él. Lo dice así. Con esa cantidad de palabras. En lugar de decirme que soy una forra, que no me lo banco, que no sé para qué le digo que sí, me da una clase sobre como soy.
Y yo pienso: la gran puta, por qué no sos el hombre de mi vida, eh. Por qué. Por qué si sos bueno y decente y trabajador. Por qué me aburrís tanto, por qué pienso que con el de la mesa de al lado me divertiría más o con el que pasa por la calle. Por qué.
Entonces dice "vamos" y paga, porque siempre paga él y yo siento que pagó y que algo hay que devolver por ese pago. Estiro un billete que sé que no va a tocar y que me va a obligar a caminar, de la mano, alrededor de diez cuadras.
Y las camino, mirando el suelo, diciendo: "todo bien", "sí", "no", "no sé" y "por qué". Y lo dejo que hable mientras pienso en que debería irme, dejarlo en la esquina, decirle. Decírselo. Decirle que me aburre, que no sé por qué, que está bien, que es lindo, que lo quiero pero que me aburre hasta ponerme frenética de aburrimiento.
Se le ocurre darme un beso. Siempre se le ocurre en el mismo lugar, una esquina con un "Ana te quiero" sobre el que termino apoyada todas las veces y que envidio.
Respondo al beso con los ojos abiertos y porque un beso es un beso y hasta me causa gracia la imagen patética de los dos en la esquina. Me pregunto por qué me hago esto. Por qué se lo hago a él. Sé por qué no es. Lo sé. Me embola su presencia aburriéndolo todo, hasta lo divertido, hasta mi parte más divertida. Qué te falta, por Dios. Qué es lo que te falta. Qué es lo que me falta a mí.

Seguimos caminando y otra vez, me pregunta si estoy bien. Creo que nunca me preguntaron tantas veces cómo estaba. "Muy bien y vos", respondo e intento reírme pero siento que me va a salir un "me tenés podrida, seca, no te aguanto, me aburrís tanto que preferiría poner la cabeza en la avenida y esperar a que venga el colectivo" pero lo refreno. Lo dejo atorado en la garganta. Respiro hondo. Qué necesidad hay de herirlo. Si es bueno, pobre. Pobre.
Sigue lo de siempre. Abre la puerta, entramos, llama al ascensor, me deja subir a mí, primero. En el ascensor se pone contra mí, me acaricia, me vuelve a besar. Yo dejo que haga. Cierro los ojos. Pienso en que alguien me pone una venda. El ascensor para.
Bajo primero. El abre la puerta de su departamento. Me pregunta si quiero algo.
Irme, pienso, eso quiero. Irme a la mierda ahora, porque esto no da para más. ¿No te das cuenta? pero digo "Coca" y recorro su título colgando de la pared, los discos de jazz, los libros ordenados por autor, las carpetas y la computadora, el piso reluciente. Huelo y no hay olor. No hay olor a pucho, a pata, a comida. El departamento no huele, como si estuviera muerto.
Me reprocho. Me reprocho por buscarle la quinta pata al gato, por buscar olores en ese departamento. Me reprocho toda mi vida, mi falta de sentido común. Pienso en lo que diría mi mamá si lo viera, en la cara de satisfacción de mi papá: yerno universitario, qué menos para mí. Y yo no encajo. No encajo por más que quiera.
Me abraza después de apoyar el vaso sobre la mesa. Vamos al sillón. Tomo un trago de Coca. Apoyo el vaso en el vidrio de la mesa ratona. El lo corre. Lo apoya sobre un papel.
Voy a prender la tele. Me va a sacar el control remoto y va a apagar el televisor y va a poner música, después de preguntarme qué quiero escuchar. Pasa todo así. Así, como pienso que va a suceder. Vamos a coger una vez en el sillón. Y sí, el primero es en el sillón pero a mí no se me mueve un músculo. Hago dos o tres pavadas -un grito, un jadeo, dos palabras entrecortadas- y él se convence. Me cree. Me quiere creer.


Tiemblo. Me acaricia. Sonríe. No lo quiero mirar. Cierro los ojos. Me tapa y me pide que no tome frio. "No tomes frío" me dice. Siento que me late el cuello, tengo los puños cerrados.
"Callate", digo. Y lo digo mal. Le digo callate y suena a la puta que te parió.
Me dice "bueno". Me dice "bueno" y yo digo "me voy" pero no me muevo de mi lugar y no sé si no me muevo para que diga algo más que me de razones para ponerme a gritar.
Y él dice que no. Que me quede. Que dónde voy. Que la hora, que la calle, que la inseguridad, que me lleva, en un rato y yo sé que ese rato es eterno y que se transforma en mañana y digo "ahora" y él dice, después, que no empiece con la perorata de todas las veces desde hace dos meses.
Me doy cuenta. Sabe que me aburre. Me doy cuenta. No le importa. Y eso me hace sentir mejor. Menos imperfecta, menos transpirada, menos animal. Y menos turra.
Elige otro disco y se pasea desnudo por el departamento. Lo espío mientras camina, tapada hasta la nariz, yendo y viniendo. Empieza a leer en voz alta. Por qué, me pregunto. Por qué tenés que leer en voz alta. Por que no te tirás un pedo o te rascás las bolas o hacés algo como lo que hacen los demás. Por qué siempre sos un profesor universitario aún cuando estás desnudo. Camina leyendo. Se sienta sobre el borde del sillón. Marca con un dedo, el párrafo que quiere que lea. Abro los ojos. Interpongo mi mano entre el libro, el dedo y sus ojos. Dejo caer el libro al piso. Me destapa.
Me paro. Lo llevo, lo arrastro, lo muevo hasta el dormitorio. Me niego a ir abajo, otra vez. Lo empujo, me lo saco de encima hasta que me siento sobre él y ahí, me entrego.
Cierro los ojos. Le pongo la cara de otro, las manos de otro, de uno que me gustó de verlo, de alguien que ví en el subte, de cualquiera. Me avisa. "Estoy llegando" dice y yo siento ganas de darle un sopapo. No tenés sangre, pienso. Eso te falta. Sangre.
"Esperá" le digo. Y espera y habla y habla y habla. No lo escucho. Me digo cosas. Me las digo yo a mí. Me las digo con la voz de un compañero de trabajo, del cantante de una banda, del último escritor que escuché, de un locutor de la radio. Me digo cosas. Cosas llenas de sangre, de olor, manchadas, sucias, desordenadas, que gritan.
Lo muerdo. Se asusta, se queja. Acabo. Me bajo de él. Miro el techo, un rato corto, antes de vestirme.
"Quedáte", dice mientras va y viene a buscar el libro.
"No. Pido un taxi" respondo.
"Dale, quedáte" me dice, mientras abre el libro y se pone a leer. Estoy casi vestida.
Le saco el libro, otra vez. Lo tiro sobre el colchón. Lo miro a los ojos. No digo nada. Sólo lo miro.
"Ya sé" me dice. "Ya sé. Lo que no sé es por qué."
Pienso que es la última vez que lo veo. Siempre pienso lo mismo pero esta vez, es la última.

jueves, 15 de noviembre de 2007

Ojitos

Cuando tenía cuatro años, Lucila estaba profundamente enamorada de su tío Daniel. Daniel era el hermano de su papá, era alto, alto como un árbol y vivía en la misma casa que Lucila y su familia. Ocupaba la habitación cerca de la terraza a la que Lucila sólo podía subir si su mamá y su papá le dan permiso y si Daniel la esperaba en la puerta mientras le repetía que no se apurara.

En la habitación de Daniel, Lucila escuchaba música disco y copiaba los pasos que Daniel hacía frente al espejo. En ese entonces, Daniel tenía veintiún años y nunca había presentado una novia. Cada vez que le recomendaban buscar una chica y sentar cabeza, Lucila empezaba a los gritos con que Daniel ya tenía una novia: era ella.

-Cuando sea grande me voy a casar con el tío Daniel-decía. Daniel se reía y la alzaba. Le decía “mi novia, mi novia”. Los sábados, un rato antes de que Daniel saliera para el boliche, mientras esperaba a su amigo para que lo pasara a buscar, subía el volumen del Winco y ponía el último disco que había comprado y que Lucila se había aprendido durante la semana. Todos, incluidos mamá y papá, se ponían a bailar en el patio. Con los temas movidos, su papá la hacía girar y girar hasta que empezaba a sentir que todo el patio daba vueltas. En los lentos, Lucila se sentaba en una silla petisa y, mientras su papá y su mamá bailaban abrazados, lo miraba a Daniel y le hacía ojitos. Pestañaba mil veces seguidas, escondía la cara y se sonreía poniéndose colorada.

-A ver si mi novia quiere bailar conmigo-decía Daniel mientras se acercaba y estiraba el brazo para que Lucila se parara. La alzaba. Lucila lo abrazaba fuerte, igual que su mamá abrazaba a su papá y pegaba la boca a la oreja de Daniel.

-Ran chu mi güerever ior bouling, ran chu mi ifiu nid a younder, nau an den iu nid somuon onder, sou darlin, in, iu ran chu mi- le cantaba bajito a Daniel.

Pero siempre que estaba bailando a upa de Daniel, el amigo que pasaba a buscarlo tocaba el timbre y Lucila se abrazaba más fuerte a cuello de Daniel para que no la dejara en el piso pero era allí dónde terminaba. Empezaba a treparse por la pierna de Daniel y a gritar con furia.

-No te vayas, no te vayas. Quedate, Dani.

No había forma de separarla de Daniel que la arrastraba pegada a la pierna hasta la puerta y la desprendía suavemente, mientras la dejaba sentada en el piso y llorando. A Lucila no le importaba que su papá le dijera que ahora bailaría con él. Tampoco le importaba que le dijeran que le comprarían el juguete que quisiera si dejaba de llorar. Lucila quería quedarse bailando con Daniel. Nada más que eso. Entonces, su papá subía a la habitación de la terraza, apagaba la música y prendía, en el comedor, después de bajar, el televisor. Su mamá se metía en la cocina a preparar la cena. Después de un rato de llorar, Lucila se aseguraba de que nadie la estuviese mirando y subía al dormitorio de Daniel sin permiso. Abría la puerta del ropero y tironeaba de la manga de cualquier camisa hasta dejarla en el suelo. Después, le pasaba por arriba con las zapatillas unas cuantas veces hasta dejarla arrugada y con la suela marcada. Después, escupía dos o tres discos.

-No te quiero más. No te quiero más. Sos malo, Dani. Sos horible. Feo. Malo. No soy más tu novia- le decía a los discos mientras le pasaba la mano por encima, esparciendo bien su saliva por todo el círculo negro. Más tranquila, se ponía en cuatro patas, se asomaba por la puerta y se fijaba que nadie la descubriera. Bajaba los escalones con la cola y cuando llegaba al suelo, se pasaba la mano por los ojos y corría a sentarse sobre su papá. Al día siguiente, después de que lo llamaran tres o cuatro veces para almorzar, Daniel bajaba con el pelo revuelto, los ojos hinchados y la camisa para lavar. Lucila le sacaba la lengua.

-Estoy muy enojado- le decía Daniel.

Lucila subía el hombro en dirección a la oreja, dos o tres veces y volvía a sacarle la lengua.

-Le voy a decir a tu papá lo que hacés- la amenazaba Daniel.

-Que mimporta. No te quiero más.

Así, cada fin de semana. Lucila se ponía imposible todo el domingo pero el lunes se le pasaba cuando se quedaba con Daniel mientras sus padres iban a trabajar. Lo encontraba a la salida del jardín y cuando volvían a casa, miraban mucha tele, bailaban y comían dulce de leche.

Un domingo a la noche, Daniel llegó a la casa de Lucila con una chica. Estaban de la mano.Lucila la miró y se negó a darle un beso. Su mamá la llevó a la cocina y le explicó que tío Dani quería mucho a esa chica y que había que tratarla muy bien.

-¿La quiere más que a mí?-preguntó Lucila.

-La quiere distinto-dijo su mamá-. A vos te quiere mucho como siempre. Por favor, portate bien.

Lucila se portó todo lo bien que pudo. No gritó ni lloró pero se negó a comer y durante todo el tiempo que la chica estuvo sentada a la mesa, le dio la espalda hasta que Daniel se paró y dijo “nos vamos”. Entonces, Lucila se dio vuelta con el ceño fruncido.

-¿Por qué te vas vos? ¿Dónde vas? Te acompaño.

Dijo todo de un tirón y se agarró de la mano de Daniel.

-Voy a acompañar a Liliana hasta la casa. Vos no podés venir porque es muy tarde y mañana tenés que ir al jardín-contestó Daniel, soltándola.

-¿Por qué la tenés que acompañar? ¿No sabe dónde vive? ¿Cómo puede ser que no sepa si ya es grande?

Su mamá y su papá se rieron de su lógica. Daniel dijo que la acompañaba porque no estaba bien que una chica se fuera sola a esa hora. Lucila la miró de arriba a abajo. Se recostó sobre una pierna de su mamá.

-Tengo sueño-dijo Lucila.

Su mamá la llevó hasta la cama.

-No soy más la novia del tío Daniel-dijo Lucila.

-Bueno- dijo su mamá- es un poco viejo para vos. Ya vas a tener otro novio. Ahora, dormí.

-Ya tengo otro-respondió.

-¿Sí? ¿Quién es?

-Papá-dijo cerrando los ojos. Después, se quedó dormida.

A partir de esa noche, Lucila dejó de hacerle ojitos a Daniel. Sólo los hacía para su papá.