martes, 11 de diciembre de 2007

Montaña


Muchas veces, pero muchas muchas, mi vida se parece a un camino de cornisa del que nunca sé si me voy a caer. Hasta ahora no me caí pero nunca tengo la certeza de que no voy a caerme.
Hoy el sol me pegó en la cara fuerte y era un día para la felicidad. Sin embargo, la felicidad, esa cosa que no entiendo del todo y que me paso buscando, no apareció.
Creo que me estoy convirtiendo en todo lo que detesto: una melancólica por la melancolía en sí. Qué asco.
Este lugar es la preciosura hecha lugar. Es como para quedarse a vivir, si uno no fuera un bicho de ciudad. Otra vez, me gustaría desaparecer. Desaparecer y aparecer nueva. Vuelta a nacer. No sé. Si alguien me entiende, que me explique.



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