martes, 20 de noviembre de 2007

A veces

A veces no entiendo. Por más atención que preste, no entiendo. Te lo digo a vos. A vos, B. A vos que no lees esto. A vos que te pone frenético que no te entienda y que ahora estás enojado y mudo.
Y cómo estás enojado y mudo y no lees esto y esto es una especie de diario que lee cualquiera, yo puedo decir: no quiero que estés enojado. Me preocupa cuando te enojas. No quiero que estés mudo porque a veces no entiendo. No te entiendo a vos y no entiendo muchas cosas. Y me pregunto si seré yo, si será que estoy cansada o aturdida o qué será. O si es que hay alguna parte de todo y de lo que decís que no descifro y que a lo mejor, a veces -sólo a veces- necesito que me ayudes a entender. Nada más que eso. Que, a veces, yo necesito un poco de ayuda, también. Como cualquiera.
Y que prefiero que discutamos hasta el hartazgo antes que el silencio. Eso. Porque vos sabés. Vos sabés cómo pienso. Y sabés que apuesto y te apuesto. Y sabés por qué te apuesto. No te quedes mudo. Por favor. Porque, a veces, soy así. Y ya deberías saberlo. Y lo escribo acá, para ver si de una buena vez, nos entendemos. Aunque no lo leas ahora. Ya lo leerás.


Eso. Nada más.


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