Leo, con indignación, la opinión de un poeta/escritor/novelista/ensayista/guitarrista/periodista que dice que la literatura es superstición, creencia, dogma sin necesidad de demostraciones y que por eso descree de los diarios íntimos, o, dice mejor, que los lee como ficción porque la “verdad literal” –o sea no usada y deformada por antojo estético- es uno de los grandes impedimentos para realizar una gran obra de Arte.
Un poco antes de decir esto que escribo, dice:
"Nada de lo que 'comúnmente nos pasa' tiene el mínimo valor literario".
Será por eso que hay tantas novelas autobiográficas. Porque nada de lo que comunmente nos pasa tiene el mínimo valor literario.
AY.
Como me propuse empezar el año abuenada, digo:
1-Siempre es mejor creer en la Virgencita de Luján.
2- La verdad literal no existe. Son los padres.
3- El único impedimento es la falta de talento.
4- De lo único que descreo es de los portavoces de la humanidad que escriben sus propias ideas en primera del plural, intentando representarnos a todos.
A las 15:37, digo esto yo, que soy blogger, semialfabetizada, barrabrava, patotera, proyecto de escritor, rockstar frustrada y mala dibujante (y dicen los que no me conocen que soy una boluda, también; algunos otros, que soy frígida pero eso no viene al caso, ahora)
Eso sí, lo que no me falta es sentido común.
Basta de dueños de la verdad. Basta, ya.
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