domingo, 25 de mayo de 2008

Caro Michele/26


Estuve mirando esta foto durante mucho tiempo, Migue. Ya la había visto antes. La vi muchas veces, en realidad. Todas las veces me pareció lo mismo. Qué triste estaba esta mujer. Porque vos la ves ahí y no sabés que piensa, salvo que estés triste. Y que alguna vez hayas pensado, mirando para abajo, qué se debe sentir. Vos sabés que yo nunca pienso en eso, pero hay días. Hay días que no sabés qué estás haciendo ni por qué te pasa lo que te pasa y te preguntás, te lo preguntás seriamente, si siempre vas a estar así. A mi me parece que esta mujer se estaba preguntando eso. Cuánto va a durar esto de sentirme así. Porque no hay nadie que quiera sentirse triste todo el tiempo. Es demasiado esfuerzo. Porque la tristeza es una cosa que llega, se acomoda y lo empieza a tomar todo y aunque te pase la mejor cosa del mundo, aunque te saques de encima lo que te molesta de encima, siempre está ahí, como una mancha de humedad que se va expandiendo y crece y crece. Y vos pensás que no fuiste siempre así. Que alguna vez fuiste diferente. Y entonces, hacés de cuenta que la tristeza no está y te ponés una careta de persona graciosa y te sonreís y hacés chistes y todo el mundo te cree, porque sabés actuar muy bien.
No me preguntes por qué hay que ponerse la careta. No sé por qué. Sé que no podés andar por la vida con la lágrima colgando por todos lados. Ni vos ni yo soportamos nunca a la gente así, llorosa, llorante. Pero hay días. Hay días que el cuerpo no te hace el aguante y la tristeza lo toma todo, porque estuvo ahí todo el tiempo, esperando el momento para aparecer, escuchando con atención las palabras que oís o las actitudes que ves. Ella las analiza y dice: ok, es el momento. Y cada vez aparece más fuerte, como si todo eso que vos tratas de disimular, la alimentara, como si fuesen sus vitaminas.
Pero a quién le vas a ir con esto de la tristeza. A quién le importa por qué aparece. Quién puede hacerte el aguante cuando estás así? Nadie se banca la tristeza propia, menos la tristeza ajena.
Supongo que esta mujer de la foto lo sabía. Supongo, porque si la mirás bien, te das cuenta que no va a contarle a nadie ni lo que está pensando, ni lo que está sintiendo y hasta ella misma está harta de su tristeza. Y tiene miedo, como todos, a quedarse así para siempre. A que nunca se le pase. A ser una mujer triste con careta de sex symbol, el resto de la vida. Si eso le pasó a ella...
Estos días te extraño tanto, Migue.
Pero no te extraño porque no tengo a quién contarle. Extraño que tengas cuerpo. Un cuerpo que se puede tocar. Y extraño que tengas un corazón. Porque, últimamente, la gente que conozco y hasta yo misma, parecemos divididos entre una cosa y otra. Como si existiera una tecla que apaga una cosa u otra, como si no pudiéramos tener las dos cosas al mismo tiempo funcionando y lo unico que funciona en conjunto es la cabeza, que no para nunca, a lo mejor, porque la tristeza se mete ahí y espera y espera para hacer su entrada triunfal y decirte "viste? no me fui. Estaba escondida."
A vos qué te parece que le pasaba a la mina de la foto?
Yo, siempre que la veo ahí, mirando para abajo, me parece que se siente sola y que anda todo el día con un nudo en la garganta. Me parece que nota que la creen insensible y por eso, a veces, la golpean con el puño cerrado o le tiran palabras como puñales. Ella se arregla el pelo, se pinta la boca, sonríe. A veces, responde; a veces, se queda callada. A veces, se pregunta cosas que no se puede responder.
Y cuando no puede más, cuando de verdad no puede más, porque le duele todo pero le duele por todo, no por lo momentáneo; cuando una tarde cualquiera estuvo pensando en todo lo que vivió, se le da por asomarse al balcón, apoyarse en la baranda y mirar para abajo y pensar en qué se sentirá caer, dejarse caer. Cómo le pegará el viento en la cara, si se le arremolinará el estómago, si sentirá como si estuviese volando o si cerrará los ojos hasta que el suelo detenga la caída. Si sucederá en un minuto o si la caída durará una eternidad. Se pregunta esas cosas pero no deja de pensar en dejarse caer porque se siente lastimada y porque no puede, no quiere disimular más.

Pobre mina la de la foto. Me da mucha tristeza verla ahí. Pero me da más tristeza ver que se siente tan sola, en un mundo lleno de gente.
Pero ya sabemos: Not everyone can carry the weight of the world.

The fool might be my middle name
But I'd be foolish not to say
I'm going to make whatever it takes,
Ring you up, call you down, sign your name, secret love,
Make it rhyme, take you in, and make you mine.

These words, "You will be mine"
These words, "You will be mine" all the time, oh
I tripped and fell. Did I fall?
What I want to feel, I want to feel it now

You know with love come strange currencies
And here is my appeal:

I need a chance, a second chance, a third chance, a fourth chance,
A word, a signal, a nod, a little breath
Just to fool myself, to catch myself, to make it real, real

A lo mejor, esta mujer hubiese necesitado que alguien le dijera algo así. Alguien que tuviera sincronizado el cuerpo, el corazón y la cabeza, digo.
Lo único que te ayuda cuando estás triste es saber que sos importante para alguien, creo.
Pero... ¿cuánto tiempo podés esperar para saber si sos importante para alguien?
Es otra pregunta sin respuesta.


2 comentarios:

Cassandra Cross dijo...

A veces ni siquiera saberlo ayuda.

La tristeza nace con uno y se muere con uno, y siempre tiene esa puta costumbre de salir cuando más relegada la tenías.

Tal vez no ayude al decirte esto, pero la única forma de amigarse con la tristeza es dejándola avanzar, amigarse un poco con ella, hacerle creer que te gana por un rato... hasta ahora no encontré otra manera.

Abrazote.

Anónimo dijo...

Una vez alguien me dijo "Se puede ser feliz y seguir estando triste", que a su vez lo robó de otro lado, porque yo ya lo había escuchado.

No se cuanto tiempo podés esperar, pero me imagino que, para eso, cualquier tiempo que esperes es demasiado, sea un minuto o sea una vida. Tengo la sensación de que ella no pudo esperar mas. Cada uno elige sus tiempos, de cuanto queres esperar o no algo, o alguien, alguien que tenga sincronizados el cuerpo, el corazón y la cabeza.