Y nació, nomás. El miércoles 4, de apuro, con el corazón en la boca y el alma en un puño, viste como somos.
Es hermosa. Es chinchuda. Es larga y flaca como su papá y duerme agarrada y con un pie afuera de su nido, como yo. Es muy chiquita. Tiene mucho para crecer. Todavía está en el sanatorio. Está muy bien, va a estar mucho mejor. No tengo dudas.
Y yo.
Y yo estoy acá, haciendome muchas preguntas: que por qué así, que por qué tanto tiempo antes, que unos días más hubiesen venido bien... en fin... tengo la cabeza llena de preguntas. Me sobra el cuerpo en casa. Tengo los brazos llenos de ganas. La boca llena de besos que todavía no pude darle. Tengo la lengua acalambrada de tanto rezar. Y acá vengo, a escribirte a vos, porque sos el único que me falta. Todos los que estamos acá, estamos empujando. No hay ni uno que no esté poniendo la misma garra que ella. Asi que vengo acá a pedirte a vos que me la envuelvas, que me la abraces, que me la cuides, cuando no la veo, cuando no la puedo tocar, cuando duerme. Y miento. No te pido. Te exijo que me la cuides tanto como la cuidaría yo. Mejor que yo. No me la dejes sola. Contale cosas. Desde ahì, donde vos estas, me gusta creer que todo se puede. Decile que la quiero con todo mi corazon, mi cabeza, mi cuerpo, mi alma. Que nunca quise asi a nadie. Que la espero, que quiero verla correr y gritar y que estoy ansiosa por escuchar su primer berrinche, por ver cómo se prende a la teta. Decile que no me voy a dormir sin acariciar su foto y que cada día, desde el miércoles, soy la mamá más orgullosa del mundo.
Contale que cuando la veo, esos ratitos que no alcanzan para nada, le canto canciones y aunque se me nubla la vista, no me permito llorar porque no quiero que vea una mamá triste. Su mamá es la persona más feliz del mundo, cada minuto que la ve.
Pedile a tus amigos, si te hiciste amigos ahí donde estás, que te ayuden. Que la lleven de la mano hasta que pueda venir a casa. Que no se sienta sola nunca, ni un segundo. Eso te toca, en este momento, hacerlo a vos. Porque si. Porque vos la querrías. Porque vos hubieses llorado de alegría conmigo, cuando nació; cuando respiró sola, cuando movió la mano y se tapó la cara.
Eso, Miguel. Cuidame a Paulina. Cuidamela mucho. Tengo el resto de la vida dedicado a mirarla crecer. Ayudanos. Ayudame. Una vez más.
No nos dejes solos.
Eso: no nos dejes solos ahora.
Me voy a dormir. Mañana temprano, me espera mi hijita.
Te quiero. Te extraño. Tengo mucho miedo pero soy muy feliz.
Es hermosa. Es chinchuda. Es larga y flaca como su papá y duerme agarrada y con un pie afuera de su nido, como yo. Es muy chiquita. Tiene mucho para crecer. Todavía está en el sanatorio. Está muy bien, va a estar mucho mejor. No tengo dudas.
Y yo.
Y yo estoy acá, haciendome muchas preguntas: que por qué así, que por qué tanto tiempo antes, que unos días más hubiesen venido bien... en fin... tengo la cabeza llena de preguntas. Me sobra el cuerpo en casa. Tengo los brazos llenos de ganas. La boca llena de besos que todavía no pude darle. Tengo la lengua acalambrada de tanto rezar. Y acá vengo, a escribirte a vos, porque sos el único que me falta. Todos los que estamos acá, estamos empujando. No hay ni uno que no esté poniendo la misma garra que ella. Asi que vengo acá a pedirte a vos que me la envuelvas, que me la abraces, que me la cuides, cuando no la veo, cuando no la puedo tocar, cuando duerme. Y miento. No te pido. Te exijo que me la cuides tanto como la cuidaría yo. Mejor que yo. No me la dejes sola. Contale cosas. Desde ahì, donde vos estas, me gusta creer que todo se puede. Decile que la quiero con todo mi corazon, mi cabeza, mi cuerpo, mi alma. Que nunca quise asi a nadie. Que la espero, que quiero verla correr y gritar y que estoy ansiosa por escuchar su primer berrinche, por ver cómo se prende a la teta. Decile que no me voy a dormir sin acariciar su foto y que cada día, desde el miércoles, soy la mamá más orgullosa del mundo.
Contale que cuando la veo, esos ratitos que no alcanzan para nada, le canto canciones y aunque se me nubla la vista, no me permito llorar porque no quiero que vea una mamá triste. Su mamá es la persona más feliz del mundo, cada minuto que la ve.
Pedile a tus amigos, si te hiciste amigos ahí donde estás, que te ayuden. Que la lleven de la mano hasta que pueda venir a casa. Que no se sienta sola nunca, ni un segundo. Eso te toca, en este momento, hacerlo a vos. Porque si. Porque vos la querrías. Porque vos hubieses llorado de alegría conmigo, cuando nació; cuando respiró sola, cuando movió la mano y se tapó la cara.
Eso, Miguel. Cuidame a Paulina. Cuidamela mucho. Tengo el resto de la vida dedicado a mirarla crecer. Ayudanos. Ayudame. Una vez más.
No nos dejes solos.
Eso: no nos dejes solos ahora.
Me voy a dormir. Mañana temprano, me espera mi hijita.
Te quiero. Te extraño. Tengo mucho miedo pero soy muy feliz.
3 comentarios:
YO también he hecho esos pedidos. Y me han resultado, por suerte.
Fuerza!!
Confieso que estaba esperando este post desde hace unos dias, con muchas ganas. Me hiciste nublar la vista a mi también.
Todos vamos a estar rezando, todos.
Te quiero Vcita!!
Fuerza!
Y que los días se te pasen rápido, y que puedas abrir los ojos y encontrarte abrazando y acunando a una flaquita saludable y crecida.
Besos para los tres.
Se te armó la familia, nena!!! =)
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