sábado, 5 de julio de 2008

Las preguntas y las respuestas

Me resulta inevitable preguntarme cosas estos días. Me resulta inevitable responderme.
Toda la noche de ayer, todo el día de hoy, la misma pregunta: ¿seríamos felices?

Hay una voluntad para ser infeliz. Una voluntad que no aparece a la hora de la felicidad.
Como si ser feliz, proponérselo, intentarlo todo, aún aquello que no va a llegar a ninguna parte, fuera una idiotez.
Ser feliz no tiene buen marketing.
Sufrir, torturarse, quién sabe por qué, está mejor visto.
Me pregunto quién habrá inventado eso.
Quién fue el primero que dijo que ser feliz es ser medio estúpido, reírse de los árboles, vivir en las nubes. Porque es un pensamiento bastante errado. O quizás, sea mi concepto de felicidad el que no está bien.
Porque alguien feliz, desde estos ojos que ahora miran lo que escribo, estaría conforme con la vida que lleva pero no se conformaría, con lo que hay, con lo que tocó.
Dormiría tranquilo, por las noches, sin pensar en el esfuerzo sobrehumano que hay que hacer para levantarse.
No se resignaría a que las cosas son así.
Nadie puede ser feliz teniendo como base la resignación.
Ser feliz es mucho más dificil que no serlo.
Nada más basta mirar el mundo para que la felicidad sea imposible.
¿No alcanza esa única complicación, que además, hay que agregar una voluntad manifiesta para ser infeliz?
Yo quiero ser una persona feliz, en este mundo que permanentemente pinta la felicidad como una pelotudez olímpica. Quiero estar conforme con mi vida, sin tener que conformarme con lo que me tocó, con lo que hay, qué le vamos a hacer, es el destino.
El destino lo hace uno, cada día, todos los días. No es fácil. No es rápido. No es liviano. Hay que remar.
Hace años que la remo. Soy una buena remadora.
Ya resigné demasiadas cosas. Resigné volver a ver las caras de mis abuelos y de mi papá; a poder darme algunos lujos y a que mi vida no sea exactamente lo que siempre pensé que sería.
¿Tengo que resignar muchas otras cosas?
No quiero.
Esa es la respuesta. No quiero resignar nada más.
Quiero ser una mujer feliz.
Eso no me va a convertir en una idiota.
Al menos, no me convertirá en una mujer más idiota de lo que soy, desde siempre.
Ser infeliz no está bueno.
Andar por el mundo con cara de torturado no está bueno.
Vivir resignado no es vida.
Hay algunas cosas -unas pocas cosas- por las que vale la pena remar.
Nadie quiere sufrir. Pero, a veces, el precio que hay que pagar por una dosis mínima de felicidad, es un poco de sufrimiento.
Yo preferiría no sufrir. Es cierto.
Pero nunca voy a ponerme al servicio de la infelicidad.
Fui infeliz demasiado tiempo como para seguir pateándome en contra.
No estoy preparada para eso.

¿Seríamos felices? Sí, seríamos felices.

Para serlo, deberíamos ser valientes. La valentía tampoco cotiza en bolsa, últimamente.
Entonces, ¿qué hacemos? ¿qué vamos a hacer?
Son las dos preguntas que todavía no me pude responder.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

V! Por supuesto que:
- Hay algunas cosas por las que vale la pena remar. Y compensan tooooodo lo demás cuando las alcanzás.
- Hay una voluntad para ser infeliz, pero también hay una para ser feliz, como vos decís, el destino lo hace uno, al final.
- Vivir resignado no es vida. No, no lo es, nunca lo fué, y nunca lo será. Yo no quiero, no, no y no. El conformismo y la comodidad son el peor veneno y atentan contra la felicidad.
Y la valentía....y bueno, que se yo....no le pidas peras al Olmo.

Por lo menos sabés que SI serían felices. Aunque parezca que no sirve de nada.

Saludos Vcita!!

Capitan de su calle dijo...

Que hacemos??? que vamos a hacer??? pregunta uno todo el tiempo por un monton de cosas.
Que hacemos? Que vamos a hacer? pregunta uno


mientras rema,
no?

Coincido en mucho:
tambien quiero ser feliz
no quiero sufrir
no sos una estupida bajo ningun punto de vista
por lo que te conozco sos de brazo fuerte para remar.

Vas a ser feliz, a ese paso no te queda otra.


Para mi tiene bastante peso leer esto en este momento.
Muchas gracias por la palabra, Vontrier. Siempre justa.

Anónimo dijo...

La valentía (Valentía para reconocer que somos artífices de nuestra propia felicidad -y por lo tanto también de nuestra infelicidad- ) no cotiza en bolsa. Pero es bastante contagiosa. Y leer en este post que tenés el valor de dar un paso para luchar por tu felicidad, seguramente va a ayudar a quienes te lean para salir de sus propias parálisis y actuar en consecuencia.
¿O acaso hay otra forma de cambiar el mundo?