miércoles, 24 de febrero de 2010

Indestructible

Hace unos días, alguien que quiero mucho me dio esa definición de mí:
"Pero si vos sos indestructible", me dijo.
Me dio pena saber que tenía esa imagen. Me dio pena por mi, claro. Porque pasa algo extraño con lo indestructible: la gente, cualquiera, cree que hay que probar siempre lo que es indestructible. Aplicarle todas las fuerzas posibles, torcerlo, intentar partirlo, apoyarle mucho peso, exponerlo al más inclemente frío o al peor calor, en fin, probar de todas las maneras posibles su calidad de indestructible intentando por todos los medios, obvio, poder destruirlo.
Por otro lado, me hago cargo de que esa debe ser la imagen que yo proyecto. "Peguele que no le duele" "Se dobla pero no se rompe" "Se las arregla" "Se la banca".
Y la verdad, nunca tuve un momento de mayor fragilidad que este. Me pregunto qué es lo que se verá desde afuera. Me pregunto, muchísimas veces, qué es lo que hay que mostrar para que a uno no lo crean indestructible.
Mejor: ¿qué tendría que hacer yo para que el mínimo grupo de personas que me interesa, se de cuenta de que estoy partida en dos millones de astillas? Concretamente, digo.
¿Debería tirarme en la cama a morir?
¿Debería aparecer en los lugares llorando a moco tendido?
¿Tendría que tirarme por la ventana?
¿Qué es lo que hay que hacer?
¿Hay que gritarlo, remarcarlo, recordarlo? ¿Dar pena? ¿Encerrarme?
¿Tendría que dejar de reírme, de hacerme la graciosa, de cantar, de mover el pie cuando suena algún tema?
¿Hacer voto de silencio?
¿Sacarme fotos cuando voy llorando al cementerio?
¿Hacer un video de todas las horas en las que lloro, sin que nadie me vea, para que me vean?
¿Qué es lo que hay que hacer?
Porque sucede que, cuando con mucho esfuerzo -pero mucho, mucho- uno intenta sobreponerse a sus tragedias, los demás, el genérico "la gente", cree que uno va a sobrevivir a todo. A cualquier cosa que le pase.
Yo no sé lo que hay que hacer, la verdad. En otro momento, cuando estaba triste por la tristeza en sí, se me ocurrió que lo mejor era aislarse. No sé, tampoco, si esa es la respuesta. A esta altura, desconfío de casi todo lo que se da como una verdad absoluta.
Lo único que sé es que no, ni ahí soy indestructible. Tengo las marcas de todos los arreglos que hicieron en mi cuerpo, por funcionamiento defectuoso. Y tengo un montón de palabras de consuelo, por las otras heridas.
Hace muchísimos años, en un colectivo, subió un vendedor ambulante a vender unos juegos de peines. Mostraba uno, mostraba otro, para el bolsillo del caballero y la cartera de la dama. "Totalmente indestructibles" dijo. Y se puso a doblar un peine de tamaño de mediano a chico, para un lado y para el otro. "Observen, observen la resistencia de este artículo." Y en la última maniobra, el peine se partió al medio.
Un consejo a los que lean: no parezcan nunca indestructibles.
El mundo no tendrá más intención que probar que no lo son.

3 comentarios:

La Ruiva dijo...

No, lo que pasa es que la mayoría de la gente anda por la vida dando lástima, pidiendo monedas, y vos nunca lo hiciste. La gente puede ser muy estúpida cuando se trata de ver un poco mas lejos de lo que se tiene enfrente, V.

Anónimo dijo...

Von, no haga caso de lo que dicen , lo importante está en ud. misma, en su resistencia, en su debilidad, y en los que sabemos cómo es ud. No haga caso y siga siendo solo como ud. quiere, genuina, integra o en pedacitos, pero sea ud. misma.Y si puede, inténte en astillitas o como una roca( acuerdese que la roca es un sinfín de pequenos y minúsculos puntos de arena)ser feliz, Ud, Uds. se lo merecen.

Vontrier dijo...

Ex rub:

Gracias.

Anóni:
Salgamos del anonimato, de una vez.

Saludos a los dos.
V.