Un edificio encajonado frente a una ventana o al revés: una ventana frente a un edificio gris, encajonado y lleno de ventanas que, como ojos, me miran.
Son ventanas viejas, sucias, rotas. Son ojos cansados.
Desde el óxido, esperan una respuesta, una reflexión, una decisión. Esperan algo.
Cortinas de enrollar torcidas; palomas anidando en los huecos en donde supieron estar los equipos de aire acondicionado; cables que cruzan la pared manchada de mugre de ciudad, en líneas raras, como si fueran venas, como si a todos esos ojos, alguna vez, se les hubiese dado por llorar.
El cielo está gris. Se prepara desde hace rato para una tormenta que no llega.
Y las ventanas mirándome, todas ellas, preguntándome una y otra vez:
¿Qué vas a hacer cuando llegue la tormenta?
¿Qué vas a hacer?
Y yo no sé qué responder.
Son ventanas viejas, sucias, rotas. Son ojos cansados.
Desde el óxido, esperan una respuesta, una reflexión, una decisión. Esperan algo.
Cortinas de enrollar torcidas; palomas anidando en los huecos en donde supieron estar los equipos de aire acondicionado; cables que cruzan la pared manchada de mugre de ciudad, en líneas raras, como si fueran venas, como si a todos esos ojos, alguna vez, se les hubiese dado por llorar.
El cielo está gris. Se prepara desde hace rato para una tormenta que no llega.
Y las ventanas mirándome, todas ellas, preguntándome una y otra vez:
¿Qué vas a hacer cuando llegue la tormenta?
¿Qué vas a hacer?
Y yo no sé qué responder.
2 comentarios:
Va a parecer el comentario más estúpido del mundo, lo sé, pero a mí siempre me sirvió creerlo, y mirando para atrás, siempre resultó cierto: siempre que llovió, paró.
Te quiero, amiga, disfrutá la vida.
Se vive hacia adelante se entiende hacia atrás, todo llega todo va en este dulce caminar...
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