Empecé este post por lo menos cuatro veces. Hoy es miércoles, son las seis de la mañana y lo empiezo por quinta vez, vamos a ver si hoy sí, hoy que tengo acidez e insomnio, lo termino. Casi no te cuento cosas porque yo sé que vos, desde donde estás, ves todo y sabés todo. Y no te cuento cosas porque casi todo está tomado por Paulina, desde que era una tenue línea en el test de embarazo. Me estoy cambiando de sindicato, sí. Estoy abandonando la adolescencia, por fin.
No te voy a decir que la vida brilla a cada segundo, no. La vida es la vida y tiene un brillo más bien cortito. Viste como es.
Pasa de todo y pasa todo junto. Hay palabras que todavía no se dicen y otras que hubiese sido preferible no decir nunca, reconciliaciones, peleas, nacimientos, distanciamientos, reencuentros, qué sé yo. Es tan corto el tiempo.
Los días pasan muy rápido. Se me hinchan las piernas y las manos. Cada día descubro un dolor nuevo y lo cierto es que nada importa. Nada. Lo único que importa es Paulina y si se mueve, si duerme o si está despierta.
El año pasado, para esta fecha, tampoco dormía, te acordás? Para esta fecha, andaba con el pánico y la falta de hambre y sueño por días y días. Y la tristeza lo ocupaba todo. Absolutamente todo. Un año después, todo se dio vuelta como si existiera alguna ley compensatoria de situaciones en el mundo.
Faltan dos semanas para que cumpla años. Es la primera vez que la llegada de mi cumpleaños no me deprime. Tampoco te voy a decir que salto en una pata, pero la verdad, este año, a lo mejor porque Paulina transformó todo, cumplir años está bien. A lo mejor, porque toda esa tristeza, la que ocupaba todo el año pasado, salió por la ventana y aunque , como digo, la vida es la vida, nada de lo que pasa ahora tiene que ver con lo que haya pasado antes de septiembre del 2008. Ya no hay ganas ni tiempo para sentarme a la mesa con todas mis equivocaciones. Capaz me justifico pero, qué sé yo si no tuve que equivocarme tanto para poder llegar hasta acá.
Vos sabés que yo pensaba que iba a ser tía para el resto de los días. Vos sabés que yo creía que iba a ver como todo el mundo conocido edificaba su vida con bases sólidas, mientras yo seguía escribiendo cuentitos que no llegaban a ninguna parte y vivía para... quién sabe para qué. Para ser tía, a lo mejor. Pero uno nunca sabe. Uno nunca sabe nada de nada. Uno nunca sabe cómo le va a cambiar la vida, de una hora a la otra.
Ahora es todo distinto. La panza crece todos los días. Hay mucho para hacer.
¿Te acordás que yo quería mi happy end? Las pelotas. Es todo comenzar. Cada vez y todas las veces. Comenzar con tristeza o alegría, no importa. Salir adelante. Remarla. Remarla siempre. A veces, con tormenta. A veces, con río revuelto. Empezar. Caminar. Seguir. Los que son como nosotros, aunque no quieran, siempre se levantan. Así somos. Batalladores, dirían. Y salimos, al final. Sacamos la cabeza del agua. Respiramos. No nos quedaba más que mejorar y mejoramos. La puta, si mejoramos. Ante Paulina, no hay nada de lo que ya pasó que tenga importancia. El pasado está ahí para sostener lo que sos y para nada más. Ya no hay motivo para castigarse ni para abrazarse de la tristeza. Ahora, estos días, estos meses, está bien ser un poco feliz. El poco feliz que se pueda, por el rato que se pueda. Pero feliz. Feliz de una buena vez y no por causa de Paulina -otra cosa para enseñarle: que la felicidad y la tristeza SIEMPRE dependen de uno; los demás son sólo instrumentos para conseguir una u otra- sino para ella. Para poder ser la mejor mamá que puedo ser. Se lo merece, ya que hace el favor de venir a este mundo que no tiene tantas cosas buenas para ofrecerle como yo quisiera.
Pero nos va a salir buena, la chiquita. Tiene buena madera y no lo digo por mí, que ya sabés como soy. Te la encargo desde allá arriba para que me la cuides de todo lo que yo no la voy a poder cuidar. Vos sabés, Miguel. Vos sabés.
Y no mucho más. Estoy bien. Cabrona, como siempre. Contestadora y mal llevada. Una porquería, sí. Soy yo, después de todo, por más mamá de Paulina que sea.
El resto del mundo está igual. Pocos pero buenos. Y muchos conocidos. Algunos mejores que otros, como siempre. Algunos queridos, otros no. Algunos muy abandonados y, seguramente, enojadísimos pero bueno, todo al mismo tiempo, no se puede. Ahora, Paulina. Todo lo demás, puede esperar. Los que nos quieran bien, sabrán comprender. Los que no nos quieran, bueno, pueden ir ahuecando y haciendo lugar, que tenemos muchas cosas para hacer: vivir. No sé si les suena.
Y por ahora, nos quedamos acá.
Claro, te quiero, como siempre.
Y sí, te extraño pero ya no tanto como otras veces.
A lo mejor, eso está bien, no?
I am sailing, I am sailing,No te voy a decir que la vida brilla a cada segundo, no. La vida es la vida y tiene un brillo más bien cortito. Viste como es.
Pasa de todo y pasa todo junto. Hay palabras que todavía no se dicen y otras que hubiese sido preferible no decir nunca, reconciliaciones, peleas, nacimientos, distanciamientos, reencuentros, qué sé yo. Es tan corto el tiempo.
Los días pasan muy rápido. Se me hinchan las piernas y las manos. Cada día descubro un dolor nuevo y lo cierto es que nada importa. Nada. Lo único que importa es Paulina y si se mueve, si duerme o si está despierta.
El año pasado, para esta fecha, tampoco dormía, te acordás? Para esta fecha, andaba con el pánico y la falta de hambre y sueño por días y días. Y la tristeza lo ocupaba todo. Absolutamente todo. Un año después, todo se dio vuelta como si existiera alguna ley compensatoria de situaciones en el mundo.
Faltan dos semanas para que cumpla años. Es la primera vez que la llegada de mi cumpleaños no me deprime. Tampoco te voy a decir que salto en una pata, pero la verdad, este año, a lo mejor porque Paulina transformó todo, cumplir años está bien. A lo mejor, porque toda esa tristeza, la que ocupaba todo el año pasado, salió por la ventana y aunque , como digo, la vida es la vida, nada de lo que pasa ahora tiene que ver con lo que haya pasado antes de septiembre del 2008. Ya no hay ganas ni tiempo para sentarme a la mesa con todas mis equivocaciones. Capaz me justifico pero, qué sé yo si no tuve que equivocarme tanto para poder llegar hasta acá.
Vos sabés que yo pensaba que iba a ser tía para el resto de los días. Vos sabés que yo creía que iba a ver como todo el mundo conocido edificaba su vida con bases sólidas, mientras yo seguía escribiendo cuentitos que no llegaban a ninguna parte y vivía para... quién sabe para qué. Para ser tía, a lo mejor. Pero uno nunca sabe. Uno nunca sabe nada de nada. Uno nunca sabe cómo le va a cambiar la vida, de una hora a la otra.
Ahora es todo distinto. La panza crece todos los días. Hay mucho para hacer.
¿Te acordás que yo quería mi happy end? Las pelotas. Es todo comenzar. Cada vez y todas las veces. Comenzar con tristeza o alegría, no importa. Salir adelante. Remarla. Remarla siempre. A veces, con tormenta. A veces, con río revuelto. Empezar. Caminar. Seguir. Los que son como nosotros, aunque no quieran, siempre se levantan. Así somos. Batalladores, dirían. Y salimos, al final. Sacamos la cabeza del agua. Respiramos. No nos quedaba más que mejorar y mejoramos. La puta, si mejoramos. Ante Paulina, no hay nada de lo que ya pasó que tenga importancia. El pasado está ahí para sostener lo que sos y para nada más. Ya no hay motivo para castigarse ni para abrazarse de la tristeza. Ahora, estos días, estos meses, está bien ser un poco feliz. El poco feliz que se pueda, por el rato que se pueda. Pero feliz. Feliz de una buena vez y no por causa de Paulina -otra cosa para enseñarle: que la felicidad y la tristeza SIEMPRE dependen de uno; los demás son sólo instrumentos para conseguir una u otra- sino para ella. Para poder ser la mejor mamá que puedo ser. Se lo merece, ya que hace el favor de venir a este mundo que no tiene tantas cosas buenas para ofrecerle como yo quisiera.
Pero nos va a salir buena, la chiquita. Tiene buena madera y no lo digo por mí, que ya sabés como soy. Te la encargo desde allá arriba para que me la cuides de todo lo que yo no la voy a poder cuidar. Vos sabés, Miguel. Vos sabés.
Y no mucho más. Estoy bien. Cabrona, como siempre. Contestadora y mal llevada. Una porquería, sí. Soy yo, después de todo, por más mamá de Paulina que sea.
El resto del mundo está igual. Pocos pero buenos. Y muchos conocidos. Algunos mejores que otros, como siempre. Algunos queridos, otros no. Algunos muy abandonados y, seguramente, enojadísimos pero bueno, todo al mismo tiempo, no se puede. Ahora, Paulina. Todo lo demás, puede esperar. Los que nos quieran bien, sabrán comprender. Los que no nos quieran, bueno, pueden ir ahuecando y haciendo lugar, que tenemos muchas cosas para hacer: vivir. No sé si les suena.
Y por ahora, nos quedamos acá.
Claro, te quiero, como siempre.
Y sí, te extraño pero ya no tanto como otras veces.
A lo mejor, eso está bien, no?
Home again cross the sea.
I am sailing, stormy waters,
To be near you, to be free.
Nos vemos. Un día de estos. No sé cuándo.